Amarás al Señor tu Dios
C-A022

Seiscientos trece preceptos debía practicar
un pueblo que quería ser fiel a Dios y a su alianza.
Y entre tantas, tantas lecciones, muchos se inquietan por lo esencial.
Viendo como el carpintero dejó sin lugar
las conjeturas capciosas de unos saduceos,
un legista va a preguntarle al nazareno su parecer:
Dime, ¿cuál es el principal de los mandatos de la Ley?
Si quiero vida eterna heredar, dime, Maestro, ¿cómo haré?

AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO EL CORAZÓN,
CON TODA EL ALMA Y TODAS TUS FUERZAS
Y TAMBIÉN AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO,
QUE EN ESTO RADICAN LA LEY Y LOS PROFETAS.
Toda la vida del hombre está en manos de Dios.
Quien pone en Él su confianza no teme en donarse.
Él sostiene nuestra existencia. Sólo él merece la adoración.
Y aunque a Dios nadie lo ha visto se deja encontrar.
Jesús, hermano y maestro, nos lleva a su encuentro.
Cuando amamos Dios se nos muestra como experiencia de eternidad.
Y es que quien conoce el amor ha conocido ya al Señor.
Quien amando su vida da, la vida eterna heredará.

Amas cuando el bien del otro logras procurar.
Amas cuando el bien devuelves a aquel que te daña.
Amas cuando al pobre y débil extiendes tu mano.
Amas cuando al extranjero tratas como hermano.

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