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Domingo 20 del Tiempo Ordinario - Ciclo C
14 de agosto de 2022
LITURGIA DE LA PALABRA En el evangelio de hoy Jesús emplea la imagen del fuego para describir la misión que el Padre le ha encomendado realizar. El fuego es una imagen muy utilizada en la Biblia. El fuego purifica, destruye lo que no tiene consistencia o está muerto –como la paja o las hojas secas–, ilumina –como las lenguas de fuego de Pentecostés–, da calor –que permite conservar la vida en el frío extremo–. Jesús también emplea la imagen del bautismo. Bautizar es una palabra que nos llega del griego y que significa sumergir. Cristo va a ser sumergido en la prueba de su Pasión, Muerte y Resurrección. Como sucede en el bautismo con agua por inmersión, que simboliza el morir (al sumergirse bajo el agua) y el renacer a la vida (al emerger del agua), así el bautismo que Jesús va a vivir le llevará a una nueva vida en la que su Humanidad Santísima va a participar de la vida divina. ¿Siento como un fuego la misión que Cristo me ha encomendado de llevar a todos la Buena Nueva del amor de Dios? ¿Estoy dispuesto a que mi vida sea un bautismo que por medio de las pruebas me lleve a morir a una existencia meramente humana y me abra a recibir la plenitud de la vida divina? De ser así, esto hará que inevitablemente surja la división entre los que a mi alrededor acogen la propuesta de Dios y los que la rechazan, incluso en mi misma familia. CONSEJO DE LA SEMANA Te invito a conocer y vivir más plenamente la Santa Misa para que de tu participación obtengas el máximo fruto. Durante la recitación del Credo o Profesión de fe, las palabras “y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre” se pronuncian con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, en señal de respeto y agradecimiento a Dios por el increíble amor que nos mostró al hacerse hombre en la Encarnación. Ayúdate de este gesto. VIDA PARROQUIAL Misa dominical Misa ferial, Cenáculo y Adoración Internet Oficina Para hacer su donativo INFORME ECONÓMICO
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Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (38, 4-6. 8-10)
En aquellos días, los dignatarios dijeron al rey:
«Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».
Respondió el rey Sedecías:
«Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».
Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.
Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo:
«Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».
Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:
«Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Salmo
(39, 2. 3. 4. 18 (R.: 14b))
R.: Señor, date prisa en socorrerme.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito. R.
Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos. R.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. R.
Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12, 1-4)
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 49-53)
(R. Gloria a ti, Señor.)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor. (R. Gloria a ti, Señor Jesús.)
Credo
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Credo «de los Apóstoles»
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven espiritualmente a mi corazón.
(Pausa de adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.