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Domingo 05 del Tiempo Ordinario - Ciclo A
5 de febrero de 2023
LITURGIA DE LA PALABRA Las Bienaventuranzas, a diferencia de los Diez Mandamientos en el Antiguo Testamento, no son preceptos (haz esto y no hagas aquello) sino que describen cómo son los discípulos que se dejan introducir por Dios en su Reino; es decir, retratan la paradoja que se da cuando el discípulo que sufre, llora y es perseguido tiene a Dios como única riqueza (es “pobre en el espíritu”) y busca su voluntad (“la justicia”) alcanzando la felicidad aquí y ahora, porque comienza a vivir en Dios (“en el Cielo”) y Dios en él. Esto acontece no por el esfuerzo ni el cumplimiento de preceptos, sino porque el discípulo con su obrar entabla una relación personal con el Padre por medio de Jesucristo, lo que le permite a Dios transformarlo según Él es. La consecuencia lógica de esta transformación es que el discípulo se convierte en una persona “diferente”, que ya no es como los demás, sino que tiene la visión, criterio, estilo, preferencias y reacciones de Dios. Resulta, por tanto, ser «luz del mundo», que muestra cómo vive el ser humano –con valores opuestos a los del mundo y feliz– según el plan establecido por Dios antes de la creación y encarnado en su Hijo Jesucristo. Una luz no se enciende para ocultarla sino para que ilumine. Con encenderla ya ilumina, no hay que darle promoción. Cuando es una luz grande, como la que emite una ciudad en lo alto de un monte, simplemente no se puede ocultar. ¿Ilumina nuestra vida? ¿Ilumina nuestra comunidad parroquial? CONSEJO DE LA SEMANA Reflexiona con qué frecuencia participas en la Eucaristía. ¿Qué buscas cuando participas? ¿Deseas que llegue cada semana el momento de celebrar la Eucaristía en tu comunidad parroquial? Pide al Señor que puedas celebrarla activamente al menos cada fin de semana. Haz el propósito también de acudir a la Santa Misa al menos otro día en la semana. VIDA PARROQUIAL Misa dominical Misa ferial, Cenáculo y Adoración Internet Lectio divina Oficina Para hacer su donativo Puente de amor INFORME ECONÓMICO
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Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (58, 7-10)
Esto dice el Señor:
«Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía».
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Salmo
(111, 4-5. 6-7. 8a y 9 (R.: cf. 4a))
R.: El justo brilla en las tinieblas como una luz.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos. R.
Porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor. R.
Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, 1-5)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 13-16)
(R. Gloria a ti, Señor.)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. (R. Gloria a ti, Señor Jesús.)
Credo
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Credo «de los Apóstoles»
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven espiritualmente a mi corazón.
(Pausa de adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.