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Segundo Domingo de Cuaresma - Ciclo A
5 de marzo de 2023
LITURGIA DE LA PALABRA El relato de la transfiguración expresa lo que es una experiencia de Dios con un lenguaje simbólico que los judíos, destinatarios inmediatos del evangelio, podían entender: la montaña alta es el lugar del encuentro con Dios, la nube luminosa es la presencia de Dios Espíritu Santo, la voz que habla de la nube es la del Padre, los vestidos blancos como la luz significan la vida divina. El transfigurarse Cristo significa que Él es Dios. Moisés y Elías conversando con Él representan la Ley y los Profetas que anuncian que Cristo es Dios-con-nosotros y ofrecen en sus escritos los detalles para reconocerlo. Y en medio de esta experiencia sobrenatural, Dios Padre nos pide “escuchar” a su Hijo amado, su predilecto. Escuchar al Hijo es escucharlo a Él. Obedecer al Hijo es obedecer al Padre. Es la condición necesaria para entrar en la “familia divina”: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y para vivir en ella como verdaderos hijos de Dios, permanentemente instalados en la «montaña alta» y envueltos en la «nube luminosa». CONSEJO DE LA SEMANA Agradece al Señor haber recibido su perdón sacramental una y otra vez en el sacramento de la Reconciliación; agradece los medios y dones sobrenaturales (Bautismo, Eucaristía, el Espíritu Santo, las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, etc.). Piensa cómo aprovechas estos dones en tu vida. ¿Estará Dios contento de habértelos regalado por la manera en que los acoges, aprovechas y compartes? VIDA PARROQUIAL Misa dominical Misa ferial, Cenáculo y Adoración Internet Lectio divina Oficina Para hacer su donativo Ofrenda Semana Santa Libro de meditaciones para la Cuaresma de Unidos contra el hambre Misa y Vía Crucis INFORME ECONÓMICO
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Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (12, 1-4a)
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
«Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Salmo
(32, 4-5. 18-19. 20 y 22 (R.: 22))
R.: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1, 8b-10)
Querido hermano:
Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17, 1-9)
(R. Gloria a ti, Señor.)
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Palabra del Señor. (R. Gloria a ti, Señor Jesús.)
Credo
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Credo «de los Apóstoles»
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven espiritualmente a mi corazón.
(Pausa de adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.