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Santa María, Madre de la Divina Providencia
19 de noviembre de 2023
LITURGIA DE LA PALABRA En esta solemnidad de nuestra Señora, Madre de la Divina Providencia, Patrona de Puerto Rico, la liturgia nos la presenta en el relato de la bodas de Caná. María, nuestra madre, está siempre atenta no sólo a nuestras necesidades espirituales sino también a las materiales. Le expone a Jesús nuestras necesidades: “No tienen vino”. La respuesta de su Hijo no es una negativa sino que se sitúa en otro plano, como es frecuente en el evangelio de Juan (ver por ejemplo el diálogo con la samaritana). Por eso responde que “su hora” no ha llegado, no se refiere a la hora de resolver el problema de la fiesta de bodas, sino la hora de hacernos partícipes de la vida divina mediante su Misterio Pascual. El vino nuevo y mejor es símbolo de la vida divina que colma nuestras ansias de felicidad y plenitud. Hoy en Puerto Rico, en nuestros corazones, familias, relaciones, negocios, proyectos como pueblo, etc. hay falta de vino nuevo, falta de Dios. En la indiferencia al hermano, a sus necesidades sin comprometerse a fondo con su bien, o peor aún, en el aprovecharse del hermano vulnerable o en desventaja, no está Dios. En el buscar el propio interés por encima de todos y de todo, incluso de la ley y la justicia, no está Dios. En la oración colecta de la Misa pedimos a Dios que bajo el patrocinio de Santa María nos conceda vivir la caridad fraterna promoviendo una sociedad más humana y siendo testigos de la verdad. Pero esto no sucederá sólo con pedirlo o desearlo, es indispensable seguir el consejo de María de hacer lo que Jesús nos diga. CONSEJO DE LA SEMANA Comprométete con Puerto Rico. Dedica tiempo de calidad a estar con Jesús y escucharle para poder hacer las cosas como Él te indica, que no es lo mismo que no hacerle mal a nadie y usar el sentido común, sino que supone crecer en el amor para ser capaces de amar al hermano como Cristo nos ha amado, es decir, hasta dar la vida. VIDA PARROQUIAL Sobres intenciones difuntos Día de Acción de gracias Puente de Amor Misa dominical Misa ferial y Adoración Internet Lectio divina Enfermos y confinados a su hogar Oficina Para hacer su donativo Donativos para Teleoro, Unidos contra el hambre, Cáritas de PR y Cáritas parroquial INFORME ECONÓMICO
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Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Primera lectura
Lectura del primer libro de las Crónicas (1 Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2)
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor.
David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familas, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Salmo
(Lc 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 49))
R.: El poderoso ha hecho obras grandes
por mí: su nombre es santo.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.
Auxilia a Israel, su suervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (2, 1-11)
(R. Gloria a ti, Señor.)
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
«No les queda vino».
Jesús le contestó:
«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
«Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor. (R. Gloria a ti, Señor Jesús.)
Credo
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Credo «de los Apóstoles»
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven espiritualmente a mi corazón.
(Pausa de adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.