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Domingo 31 del Tiempo Ordinario - Ciclo A
5 de noviembre de 2023
LITURGIA DE LA PALABRA El servicio no es amor al prójimo y no crea fraternidad cuando uno se busca a sí mismo con lo que hace; ya sea que pretenda obtener prestigio, reconocimiento, bienes, influencias, posiciones; ya sea que quiera manifestarse superior a los demás para alimentar su ego. Para que nuestro servicio sea amor verdadero tenemos que hacer presente a Dios –el único Padre, Maestro, Consejero, etc.– con nuestro actuar generoso y desinteresado, ajustado a su voluntad, y no suplantarlo. Se trata de vivir la humildad, que Jesús nos invita a vivir hoy en la frase final del evangelio: reconocer que todo lo que somos y tenemos es don de Dios y usar esos dones para servir desinteresadamente y no como trampolín para alcanzar lo que el mundo apetece. Es una tentación sutil que pasa desapercibida para muchos porque es lo normal en muchos ambientes. Pero nosotros no queremos ensalzarnos para luego ser humillados, sino vivir la humildad para dejar que Dios nos de la verdadera y eterna riqueza y gloria, la que proviene de la comunión con El. CONSEJO DE LA SEMANA Revisa la ropa que tienes guardada y que hace mucho tiempo que no usas. Sepárala y dónala a una institución caritativa como puede ser tu Cáritas parroquial o Cáritas de Puerto Rico. Une a esa ofrenda un donativo de una suma de dinero que signifique para ti un sacrificio desprenderte de ella. VIDA PARROQUIAL Sobres intenciones difuntos Puente de Amor Misa dominical Misa ferial y Adoración Internet Lectio divina Enfermos y confinados a su hogar Oficina Para hacer su donativo Donativos para Teleoro, Unidos contra el hambre, Cáritas de PR y Cáritas parroquial INFORME ECONÓMICO
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Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Malaquías (1, 14b — 2, 2b. 8-10)
Yo soy un gran rey,
dice el Señor del universo,
y todas las naciones temen mi nombre.
Esto es lo que os mando, sacerdotes:
Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón
en glorificar mi nombre,
dice el Señor del universo,
os enviaré la maldición.
Os habéis separado del camino recto
y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley,
invalidando la alianza de Leví,
dice el Señor del universo.
Pues yo también os voy a hacer despreciables
y viles para todo el pueblo,
ya que vuestra boca no ha guardado el camino recto
y habéis sido parciales
en la aplicación de la ley.
¿No tenemos todos un mismo padre?
¿No nos creó el mismo Dios?
¿Por qué entonces nos traicionamos
unos a otros
profanando la alianza de nuestros padres?
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Salmo
(130, 1bcde. 2. 3)
R.: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí. R.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2, 7b-9. 13)
Hermanos:
Nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.
Palabra de Dios. (R. Te alabamos, Señor.)
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (23, 1-12)
(R. Gloria a ti, Señor.)
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. (R. Gloria a ti, Señor Jesús.)
Credo
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Credo «de los Apóstoles»
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven espiritualmente a mi corazón.
(Pausa de adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.