Nuestra parroquia |
Nuestra parroquia es acogedora, ora, adora, celebra la liturgia, sirve a la comunidad con obras espirituales y materiales, comparte y disfruta en familia, se forma y estudia para ser Cuerpo Místico de Cristo que hace presente a Dios-Amor. |
NUESTRA VISIÓN NUESTRA MISIÓN |
La Parroquia Cristo Redentor fue fundada el 27 de enero de 1971, desmembrada de la Parroquia Jesús Maestro. Nuestro patrono principal es Jesucristo, Redentor de los hombres. | Estatua de Cristo Redentor |
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P. Rafael Suazo | P. Saturnino Delgado | P. Adolfo Guzmán y Sánchez | P. Gabino Saiz |
P. Jose M. Boqué | P. Damián Carvajal | P. Ángel L. Ciappi |
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P. Miguel Ezquerro | P. Ysidro Valero | P. Javier Amador |
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Diácono José Báez |
La Congregación de la Misión adquirió una casa y un solar en el sector “San Fernando”. El Padre Prudencio Sánchez construyó una Capilla de madera y le puso el nombre de San Fernando. El Arzobispo de San Juan, Mons. Luis Aponte Martínez erigió la Parroquia de Jesús Maestro, el día 14 de febrero de 1969, y la Capilla San Fernando se convirtió en Iglesia Parroquial, dedicada ahora a Jesús Maestro. El decreto de erección dice: "...decretamos la desmembración del territorio de la Parroquia Santa Luisa de Marillac, en Río Piedras, con el fin de erigir una nueva parroquia con el titulo de Jesús Maestro...". El mismo señor Arzobispo bendijo la primera piedra en 1974 e inauguró la iglesia en 1977. La Parroquia dispone de una capilla, El Nazareno, en la urbanización El Cerezal. Encargada al cuidado pastoral del P. Francisco J, Marrodán, fue transformada completamente por el P. Eliseo Castaño en años posteriores. La Capilla en honor a San Vicente de Paúl, en la urbanización El Paraíso, fue elevada a Parroquia en 1971 con el nombre de Cristo Redentor. Su administración pasó al clero diocesano. NUESTRA PARROQUIA Presentación de nuestra parroquia en un minuto PERFIL PARROQUIAL Realizado por Teleoro Canal 13, Transmitido el viernes |
Por: Máximo J. Cerame-Vivas, 17 de diciembre de 2011 A principios del Siglo XVIII, específicamente en el año 1714, el obispo Fray Pedro de la Concepción Urtiaga y Salazar, nacido en 1665 en Querétaro, Estados Unidos de México, y designado Obispo de Puerto Rico en marzo del 1707, funda la Parroquia Nuestra Señora del Pilar en el Pueblo de El Roble, y fallece al año siguiente. El pueblo de El Roble siglo y medio más tarde se vino a conocer como el pueblo de Río Piedras. De hecho, a tres cuadras al norte de la Parroquia del Pilar todavía hay una Calle Roble. El territorio de la parroquia coincidía con el territorio del pueblo, hasta los lindes con Trujillo Alto, y la parroquia llegó a tener tres templos. El templo actual se construyó en 1931, bendecido por el obispo de San Juan, Mons. Edwin V. Byrne, el 2 de abril de 1933, siendo párroco el Padre Antonio Queipo. (Yo conocí al Padre Queipo, quien vivía con su hermana en la casa del callejón al costado sur del antiguo Teatro Paradise, a dos cuadras de la parroquia.) Monseñor Jaime Pedro Davis, obispo de San Juan, entrega la Parroquia, una de las más importantes de la Diócesis, a los Padres Paules en 1948 como un gesto de confianza a esa orden. El Municipio de Río Piedras tenía 143,897 habitantes y la Parroquia atendía a 40,000 feligreses, habiendo en el territorio cuatro parroquias: El Pilar (1714), San Antonio (1912), La Merced (1940), y Espíritu Santo (1941). Hoy la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar sirve a sólo unos 8,000 feligreses, habiéndose establecido 35 nuevas parroquias en lo que era su territorio original. Claro, en 1951 Río Piedras se convierte en San Juan. (Cuando nos mudamos a El Paraíso, vivíamos a las afueras de Río Piedras. Hoy vivimos en medio de San Juan, aunque mi casita no se ha movido.) Entre esas 35 nuevas parroquias surgieron Santa Luisa de Marillac, en La Cumbre, y Jesús Maestro, en San Fernando. Con el desarrollo de la Urbanización El Paraíso, los Padres Paules dieron una Misión Popular en la zona en los años sesenta y se comenzó a celebrar la misa en la marquesina de la residencia de la familia Delpín-Frau, Calle Éufrates esquina Ródano, al cruzar el parque. Pronto se pensó en construir una capilla o iglesia que sustituyera la marquesina que ya resultaba incapaz de albergar a la feligresía que iba creciendo al ritmo que se construían más viviendas. Se compraron estos solares en la Calle Ganges y se construyó muy rústicamente la Capilla San Vicente, capilla que quedó adscrita a, y dependiente de, la Parroquia de Santa Luisa de Marillac. En 1968 se creó la Parroquia Jesús Maestro, atendida también por los Padres Paules, en cuya jurisdicción quedó entonces la Capilla San Vicente. Tres años más tarde, en 1971, los Padres Paules se vieron en la necesidad de abandonar la Capilla por falta de personal y entonces el Rev. Cardenal Luis Aponte Martínez, el 27 de enero de 1971, decretó la desmembración de la Parroquia Jesús Maestro y la erección de la Parroquia Cristo Redentor. Y entonces comenzó el furor. Las actividades que se realizaron y celebraron para el pago de los terrenos y para la construcción de la iglesia amalgamó el ambiente comunitario y de las relaciones interpersonales y se hicieron bingos, rifas, verbenas, y algunos feligreses hicieron préstamos al banco cuyos montos se le entregaban al sacerdote y el feligrés continuaba con sus pagos. Hasta el momento, la Parroquia continúa recibiendo algunas de esas cuotas. Sería imprudente de parte mía señalar los verdaderos héroes y heroínas de los esfuerzos que ha requerido la Parroquia Cristo Redentor para culminar en lo que es hoy. Pero héroes y heroínas sí hay, y todos sabemos quienes son. Sí tengo que mencionar a Monseñor Damián Carvajal. Todos sabemos lo que él hizo durante sus 22 años con nosotros, siendo el párroco de más larga incumbencia a cargo de nuestra grey. Todavía persisten los murales atribuidos a Ismael D’Alzina, artista catalán nacido en 1899 en Andorra, fallecido en San Juan en 1977, y fundador de los Talleres de Bellos Oficios en la Universidad de Puerto Rico. (Hay que reconocer a los artistas, Padre.) Sólo parece un instante desde que veníamos a misa con nuestros hijos pequeños y los traíamos allí, a donde hoy es la oficina, espacio que estaba cerrado por cristales para que sus llantos y ruidos no molestaran al resto de los devotos. El tiempo pasa, y pasaremos todos. Pero la Parroquia Cristo Redentor ha significado mucho para muchos y rogamos a Dios que siga brindando cobija y guía a futuras generaciones. |