Queridos hermanos y hermanas:
El dogma de la Asunción de la Virgen que hoy celebramos fue proclamado por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución Munificentisimus Deus con las siguientes palabras: «declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo». María goza por adelantado lo que Dios quiere concedernos al final de los tiempos a todos: la comunión eterna en cuerpo y alma con la Santísima Trinidad. María es modelo de la Iglesia celeste. María es también modelo de la Iglesia en camino, de nosotros que peregrinamos hacia la plenitud de vida y comunión con Dios. Para alcanzarla es necesario seguir su ejemplo. De humildad: mostrando con nuestra vida que todo proviene de Dios y todo lo hace Dios –en nosotros y por nosotros– cuando se lo permitimos. De obediencia: a la voluntad de Dios manifestada de muchas maneras y que necesitamos escuchar y meditar diariamente cultivando –como María– el silencio y la oración para dejar que se haga vida en nosotros.
Consejo de la semana: En el evangelio de hoy encontramos el Magníficat, el canto de alabanza y reconocimiento a la acción de Dios con el que Santa María responde a las palabras de su prima Isabel. Te invito a descubrir en las palabras de María las razones por las que alaba a Dios y por las que se alegra, el modo de actuar de Dios y su característica fundamental. Medita qué sería necesario en tu vida para que pudieras hacer tuyas estas mismas palabras.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
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