Queridos hermanos y hermanas:
Podemos imaginar lo difícil que fue para los discípulos escuchar de Jesús la invitación a ir en contra de su egoísmo negándose a sí mismos, sirviendo a los demás sin condiciones, no buscando tener para sí sino dar generosamente. Más difícil aún fue asimilar los anuncios de su Pasión, en los que el Maestro les indica que su servicio a los hombres no tendrá límite y lo llevará hasta una muerte terrible y, más allá de ella, hasta la resurrección a una vida gloriosa, divinizada. Esto último quedaba opacado por el impacto de lo anterior. Por eso Jesús invita a tres testigos a una experiencia anticipada de esa vida gloriosa en la que desemboca su Pasión. Esa vida Jesús quiere compartirla también con nosotros. Para alcanzarla necesitamos seguir a Jesús por la ruta que Él les explica a los discípulos. Por eso en medio de la transfiguración el Padre desde la nube pide que escuchemos a su Hijo. Un escuchar que no es meramente oír, sino captar y hacer vida las palabras y el ejemplo de Jesús.
Consejo de la semana: Pon en práctica esta semana el mandato del Padre de “escuchar” a su Hijo cada día en tu oración personal. Reflexiona también sobre los signos de transfiguración –de divinización– que puedes detectar en tu vida.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel