Queridos hermanos y hermanas:
En el evangelio de hoy Jesús emplea la imagen del fuego para describir la misión que el Padre le ha encomendado realizar. El fuego es una imagen muy utilizada en la Biblia. El fuego purifica, destruye lo que no tiene consistencia o está muerto –como la paja o las hojas secas–, ilumina –como las lenguas de fuego de Pentecostés–, da calor –que permite conservar la vida en el frío extremo–. Jesús también emplea la imagen del bautismo. Bautizar es una palabra que nos llega del griego y que significa sumergir. Cristo va a ser sumergido en la prueba de su Pasión, Muerte y Resurrección. Como sucede en el bautismo con agua por inmersión, que simboliza el morir (al sumergirse bajo el agua) y el renacer a la vida (al emerger del agua), así el bautismo que Jesús va a vivir le llevará a una nueva vida en la que su Humanidad Santísima va a participar de la vida divina. ¿Siento como un fuego la misión que Cristo me ha encomendado de llevar a todos la Buena Nueva del amor de Dios? ¿Estoy dispuesto a que mi vida sea un bautismo que por medio de las pruebas me lleve a morir a una existencia meramente humana y me abra a recibir la plenitud de la vida divina? De ser así, esto hará que inevitablemente surja la división entre los que a mi alrededor acogen la propuesta de Dios y los que la rechazan, incluso en mi misma familia.
Consejo de la semana: Te invito a conocer y vivir más plenamente la Santa Misa para que de tu participación obtengas el máximo fruto. Durante la recitación del Credo o Profesión de fe, las palabras “y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre” se pronuncian con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, en señal de respeto y agradecimiento a Dios por el increíble amor que nos mostró al hacerse hombre en la Encarnación. Ayúdate de este gesto.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel