Queridos hermanos:
Si conociéramos el don de Dios, es decir, si supiéramos por experiencia quien es Dios, no andaríamos por la vida buscando donde no se encuentra el «agua viva» que todo ser humano anhela, aún sin saberlo, porque ha sido creado por Dios para alcanzar su plenitud saciándose de ella. Jesús nos aclara que si bebemos de un agua que no es el «agua viva» siempre tendremos sed; nunca nos saciaremos. Esta «agua viva», sobre la que habla el relato partiendo de la realidad de la sed natural de Jesús junto al pozo de Sicar, representa la vida divina que Dios nos quiere regalar. No la podemos conseguir nosotros, no importa los medios ni el esfuerzo que empleemos. El «agua viva» sólo se puede recibir como don de Dios. Todo nuestro esfuerzo será únicamente para abrirnos a Dios y permitirle dárnosla. La invitación de Jesús hoy es a poner en ello todo nuestro esfuerzo en lugar de buscar aguas que nunca nos saciarán. El mismo Jesús señala a la samaritana un ejemplo de estas aguas con las que buscamos saciarnos al decirle: «tienes razón que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido». Sin Dios nada es suficiente. Sólo Dios basta.
Consejo de la semana: Reconoce y agradece como don de Dios a tu familia (esposo, esposa, hijos, padres, nietos, etc.). Dedica hoy tiempo de calidad a estar con ellos y déjales saber que son un don para ti. Piensa también si tú te comportas como un don de Dios para ellos. ¿En qué se puede mejorar? Quizás ellos te pueden sugerir. Pregúntales. Atrévete.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel