Queridos hermanos:
Cuando nos dejamos envolver en el torbellino de la vida: trabajo, estudio, entretenimiento, viajes, comidas, pasatiempos, etc. y no sacamos tiempo para estar diariamente un buen rato a solas con Dios en el silencio y la oración (Santa Teresa de Calcuta dice que el fruto del silencio es la oración), nos sucede lo que le pasa a los judíos con el ciego de nacimiento curado por Jesús: no se capta a Dios actuando en nuestra vida y entorno. Cuando nos apoyamos en nuestras fuerzas, conocimientos y capacidades para buscarlo, no “vemos” a Dios. Cuando nos abrimos a Él poniendo en sus manos el Tiempo, los Talentos y el Tesoro que Él nos ha dado, podemos captar sus manifestaciones. Los judíos están ciegos: para ellos Jesús es un pecador porque curó un sábado. El ciego curado, por el contrario, no sólo ve ahora con sus ojos naturales, sino también con los ojos de la fe: es capaz de captar que sólo alguien que viene de parte de Dios puede hacer lo que Jesús hizo por él; es capaz de “ver” a Dios en Jesús.
Consejo de la semana: Te propongo que de ahora en adelante, como muestra de tu agradecimiento a Dios –porque todo lo que eres, posees y vives es un don de su infinito amor por ti– lo primero que hagas tan pronto despiertas cada día sea acudir a Él para darle gracias y luego dediques unos tres minutos para recogerte en su presencia antes de comenzar tu día y consagrarte a Él.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel