Queridos hermanos:
Decíamos el domingo pasado que la Cuaresma es tiempo para cobrar conciencia de la omnipresente pretensión de ser como dioses y abrirnos a la acción divina para cambiar. Hoy el Evangelio nos muestra una clave para lograrlo: experimentar la gloria de Dios, su actuar inconfundiblemente divino en nuestra vida y nuestro entorno. De la lectura podemos extraer algunas características que hacen esto posible. Primero, la soledad y el silencio, que necesitamos cultivar diariamente. Segundo, la acogida con nuestra mente y nuestro corazón de las Escrituras representadas por Moisés (la Ley) y Elías (los profetas), ya que ellas nos permiten «conversar con Jesús» a diario. Tercero, la pureza de corazón, simbolizada en el «blanco deslumbrador». La pureza no sólo se refiere al rechazo y arrepentimiento de los pecados, sino sobre todo a la disposición interior a no tener agenda ni proyecto que no sea abrirse a la voluntad de Dios, como señala el Padre: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo».
Consejo de la semana: Hoy separa 15 minutos de tu oración para presentarle al Señor lo que te inquieta o no entiendes o te hace sufrir. Luego haz silencio por al menos 5 minutos. Sería mejor si pudieras hacer esto con Jesús Eucaristía y si pudieras repetirlo durante la semana.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios les bendiga abundantemente.
P. Ángel