Queridos hermanos:
Ya la semana pasada Jesús nos había dicho que para dar fruto es necesario “permanecer” en su amor. Hoy nos explica lo que esto implica: (1) dejarse amar (=servir) por Él, (2) querer lo que él quiere (=buscar y cumplir su voluntad), y (3) dejarle a Él amar por medio de nosotros. Dejarse amar por Dios implica permitir que nos regale su visión, su sabiduría, para verle cuidándonos, sanándonos, guiándonos en cada instante. Cuando esto no se vive, acabamos mendigando ese amor a algo o a alguien que no puede dárnoslo, y que acaba por dejarnos vacíos. Vivir en la voluntad de Dios significa dejarnos guiar por la Ley de la Nueva Alianza: el Espíritu Santo. Lo tercero es la consecuencia lógica de lo anterior: el Espíritu nos lleva a ponernos al servicio del bien de los hermanos. Entonces es Dios, quien es Amor, quien ama en cada uno. ¿Puedo ver estos tres componentes del “permanecer” en mi vida? ¿O sigo fracasando en mis intentos de “ser amado” y de “amar” sin Dios?
Consejo de la semana: Sin formación en la fe es imposible afrontar con coherencia los retos que nos presenta una sociedad hostil a la fe. Entre ellos, el profundizar en la experiencia personal de comunión con Dios y el transmitir este estilo de vida a los hijos. Te animo a estudiar por tu cuenta el Catecismo de la Iglesia Católica o el Compendio del Catecismo. También en Internet tienes hoy en día una amplia oferta de formación en los temas más variados, desde espiritualidad y liturgia hasta Biblia y Teología del cuerpo. Pero cerciórate de que la fuente de los mismos es católica. Si tienes dudas, pregúntame. Verás que cuando le das a Dios, Él siempre te regresa el ciento por uno.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios les bendiga abundantemente.
P. Ángel