Queridos hermanos y hermanas:
Cerramos el año litúrgico con una invitación a la esperanza cristiana. Ante todo el mal que vemos y que nos afecta a diario, Jesús invita a sus discípulos a confiar firmemente en su Palabra, la Palabra de Dios que, en contraste con el mundo, es la única que no pasará. Sólo lo que se apoya en Dios y su Palabra permanecerá. Todo lo demás desaparecerá, porque es Dios quien da consistencia y valor de eternidad a las cosas. No nos toca vivir pendientes del fin y ni de cuando llegará, sino pendientes de toda Palabra que sale de la boca de Dios. El Catecismo nos dice: «La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» (no. 1817). ¿Cómo está nuestra esperanza?
Consejo de la semana: Te invito a reflexionar lo siguiente en tu oración personal esta semana: ¿Qué esperas de Dios? ¿En qué se apoya tu esperanza? ¿Cómo la cultivas? ¿En qué palabras y acciones concretas se manifiesta en tu vida?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ánge