Queridos hermanos y hermanas:
Quizás como ningún otro texto evangélico, la Pasión nos muestra a Jesús insobornablemente comprometido con la voluntad de su Padre. Nada mi nadie consigue apartarlo del amor del Padre manifestado en los acontecimientos de la “Hora” que Él le ha preparado. Lo que expresó a su Padre en palabras en la Última Cena –“todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10)– y que es lo mismo que le dijo el padre al hermano mayor en la parábola hace dos domingos, Jesús lo hace vida radiante con la que ilumina y vence todo el pecado del mundo. En ello tenemos la evidencia para reconocerle como el Hijo amado que el Padre nos pidió escuchar hace cuatro domingos. Repasa el Evangelio de la Misa, la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, un relato largo pero deslumbrante. Medita despacio los pasajes que te hayan tocado, las frases o palabras que te “hablen”.
Consejo de la semana: A las puertas de la Semana Santa, reflexiona en tu oración hasta que punto puedes, como Cristo, confesar tu fe no sólo de palabra sino con tu vida concreta comprometida con la voluntad del Padre en todo momento. Escoge un elemento que todavía tengas que entregarle a Dios y trabaja con él. Luego ofrécelo en la Misa en la Presentación de los dones junto al pan y al vino sobre el altar. Acostúmbrate a hacer esto en cada Eucaristía.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel