Queridos hermanos y hermanas:
Ya Jesús nos había dicho lo difícil que es para un rico –uno apegado a las riquezas y que ha puesto su confianza en ellas– entrar al Reino, es decir, aceptar el amor y la gratuidad en sus relaciones. El relato de hoy nos muestra que cuando hay apertura de parte del hombre, el evangelio tiene poder para llegar a convertir las estructuras corruptas del poder y la riqueza, de modo que no se sirvan de los demás –sobre todo los pobres y marginados– sino que se pongan a su servicio. Es el caso de Zaqueo. Notamos que Zaqueo es un buscador: quiere ver y conocer a Jesús. A pesar de los abusos y fraudes que ha cometido como recaudador de impuestos, se siente interpelado por Jesús que, curiosamente según el relato, conoce de antemano el nombre de Zaqueo. En la realidad de nuestro mundo en el que lamentablemente manda el dinero y la riqueza podemos llegar a pensar que las cosas no tienen solución, que los abusos, las injusticias y la corrupción en los centros de poder no hay quien los detenga. Pero Jesús –y tu y yo junto con Él– ha venido precisamente a buscar lo que estaba perdido, lo que vive de espaldas al Reino. La misma multitud de entonces al igual que la de ahora murmura, pensando que lo de Zaqueo no tiene solución y que el gesto de Jesús lo que sirve es para apoyar su comportamiento inmoral. Pero Jesús es el Buen Pastor que ha venido a buscar lo que estaba perdido. Jesús y su evangelio es capaz de transformar la codicia en un fuerte impulso de generosidad que restituye lo injustamente habido y comparte liberalmente lo que se posee. Basta con “bajar pronto” de donde se está y dejar que Jesús “se hospede en nuestra casa”.
Consejo de la semana: Te invito a profundizar esta semana en tu oración en el tema tan actual del evangelio de hoy. ¿Crees que las riquezas son la solución a los problemas de la sociedad, o son un problema en sí mismas? ¿En tu vida cotidiana, las riquezas y el dinero las manejas según los criterios del evangelio (generosidad, servicio) o según los del mundo (codicia, búsqueda de seguridad y poder, prestigio, placer)? ¿Tu aporte a la comunidad parroquial y a las causas caritativas en general, en qué lógica se sitúa, la del mundo o la del evangelio? ¿Haría falta dejar que Jesús “se hospede en tu casa”?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel