Queridos hermanos y hermanas:
Juan Bautista está a punto de escandalizarse de Jesús porque no ve que su fuerza y su poder “reúna el trigo en el granero y queme la paja en una hoguera que no se apaga”, como decía en el evangelio del domingo pasado. Por el contrario, Juan está en la cárcel y Jesús es amenazado por los dirigentes del pueblo, mientras que los poderosos continúan como siempre. Por eso, desde la cárcel, manda a preguntarle a Jesús si él es el Mesías prometido. La respuesta de Jesús es: anuncien a Juan las obras del Mesías. Obras que corresponden a las promesas del Antiguo Testamento (ver la primera lectura de la Misa de hoy). En otras palabras: sí, Jesús es el Mesías esperado, pero su mesianismo no consiste en eliminar el mal destruyendo a los malvados, sino ofreciendo su amor a todos, en primer lugar, a los “pobres” de la primera Bienaventuranza, es decir, a los que sufren, los enfermos, los necesitados material y espiritualmente. A ellos se dirige Jesús para manifestarles la ternura de Dios, su amor misericordioso, dispuesto a sufrir hasta la muerte las consecuencias del mal sin claudicar en su amor. En esto consiste el “señorío” de Dios, su omnipotencia. ¿Cómo debes dejarte cambiar para que el ‘Dios con nosotros’ actúe en ti con su ternura, misericordia y omnipotencia?
Consejo de la semana: Hoy escoge ser el rostro tierno y misericordioso de Dios para aquellos con los que vives. Elige perdonar las ofensas en lugar de vengarlas. Elige compartir ‘Palabra de Dios’ (una frase que hayas meditado y te haya tocado) en lugar de ‘palabras humanas’. Elige dar en lugar de buscar recibir. Busca que estas sean acciones concretas con personas concretas. Si son “pobres”, mejor.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel