Queridos hermanos y hermanas:
Con nuestro testimonio de vida que anuncia los valores del Evangelio «somos en muchas ocasiones el único Evangelio que los hombres de hoy todavía leen» dijo el Papa Emérito Benedicto XVI en su homilía el Miércoles de Ceniza de 2011. Hoy Jesús inicia una profundización de los valores que mueven al discípulo que vive las Bienaventuranzas, mostrando cómo actúa en tres situaciones de conflicto cuya solución depende de él. Primero, la reconciliación pronta y prioritaria con el que tiene quejas contra él o le debe algo. Segundo, cuando por fidelidad a la persona que ama, todo lo demás pasa a un segundo plano. Tercero, porque siempre dice la verdad el discípulo no tiene necesidad de jurar para acreditar su veracidad. Por el contrario, el mundo nos dice que debemos defender primero nuestro interés y que, para ello, si es necesario cometer una injusticia, ser infiel o mentir, se justifica hacerlo. Se nos quiere hacer creer que la verdad es relativa, que hay circunstancias en las que podemos saltarnos los derechos de los demás. En definitiva, que para salir adelante en la vida es necesaria una cuota de mal en nuestro proceder. Sin embargo, por experiencia sabemos que lo que Jesús nos dice es la pura verdad: cuando falta la reconciliación, la fidelidad y la credibilidad la convivencia fraterna se viene al piso. ¿Cómo están estos valores presentes en mi vida de seguimiento de Jesús?
Consejo de la semana: Los alimentos que ingieres son un maravilloso don de Dios. Cultiva tu reconocimiento de que provienen de Él dando gracias a Dios por ellos antes de cada comida del día, tanto en público como en privado, sólo o acompañado. Anima a otros a hacer lo mismo. La sociedad de consumo alienta a derrochar en caprichos los bienes que Dios nos regala. Como discípulo agradecido te invito a que hagas lo contrario, aplicando la ley del amor y de la justicia, compartiendo de lo que tienes con los necesitados. No te conformes con dar de lo que te sobra.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel