Queridos hermanos y hermanas:
Cuando comenzó la Pasión de Jesús todos los discípulos interrumpieron el seguimiento: Judas lo traicionó, Pedro lo negó tres veces y los otros diez huyeron. Pero Jesús sanó la herida provocada por la ruptura del seguimiento. Al momento de su Ascensión no llamó a otros discípulos, sino a los mismos que le fallaron en la prueba de la Pasión. Los convocó para la misión y les aseguró su asistencia continua y poderosa. Lo mismo hace contigo y conmigo, a pesar de nuestra infidelidad. ¿Cómo estamos tu y yo llevando a cabo la misión de evangelizar –de impregnar de los criterios, estilos, metas, acciones de Cristo– al mundo?
Consejo de la semana: A todos nos gusta que al llegar a un lugar –especialmente a la parroquia– nos reciban cordialmente, nos hagan sentir “en casa” y estén atentos para ayudarnos si necesitamos algo. Muchas veces nos quejamos de que nuestras parroquias no son hospitalarias. Es necesario tomar conciencia de que dar la bienvenida a quienes llegan por primera vez a la parroquia no sólo es trabajo de los hermanos asignados para el ministerio de hospitalidad o de bienvenida. Es responsabilidad de todos. Al llegar al templo, busca a alguien que no hayas conocido antes. Extiéndele la mano, preséntate y toma unos minutos para darle la bienvenida a su hogar parroquial, la casa de Dios.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel