Queridos hermanos y hermanas:
No hay perdón si no se ejerce la misericordia. Tampoco si el corazón no se abre y se vuelve espacio de acogida de aquél que a lo mejor no se lo merece. Pero para lograr esto es necesario primero abrirse a la misericordia de Jesús hacia nosotros. Sólo cuando nos sabemos perdonados por Dios, es decir, agraciados por Dios, sin que de nuestra parte haya ningún mérito para recibir su perdón estaremos en condiciones de cultivar la oración y frecuentar los sacramentos como prioridades en nuestra vida. Perdonar no es fácil, pero es posible para que el deja que Jesús le ‘haga nacer de nuevo’ según la imagen divina.
Consejo de la semana: En la actualidad la mayor parte de la gente ignora o disculpa sin más el pecado. ¿Cómo veo mi propio pecado? ¿Con qué frecuencia me acerco al sacramento de la Reconciliación a recibir el perdón incondicional del Padre? ¿Por qué no tomas la decisión de hacerlo esta semana y mejorar tu ‘calidad’ de vida?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel