Queridos hermanos y hermanas:
La venida del Hijo de Dios al mundo había sido preparada por la historia de la salvación a lo largo de siglos y finalmente por san Juan Bautista. A nosotros nos corresponde ahora hacer también la preparación mediante una buena disposición del corazón, tomándonos en serio los llamados que nos hacen el evangelista Marcos, las voces de los profetas y la predicación de Juan Bautista. Este es el sentido del Adviento que estamos viviendo. Si Navidad es acoger a Dios como el Emmanuel, el ‘Dios-con-nosotros’, no habrá Navidad si no preparamos nuestros corazones para acoger a Dios, de modo que sea ‘con-nosotros’. Esta semana Juan Bautista nos dice que la venida de Dios se prepara en el ‘desierto’, con la austeridad en nuestros hábitos y estilos de vida, con silencio interior y exterior. Todo lo contrario a lo que nos propone el mundo, especialmente en estos días en los que, bajo apariencia de cultivar la amistad y la generosidad, se nos invita al desenfreno en el consumo, el ruido y las compras. A Juan Bautista el Espíritu es quien lo impulsa al desierto. ¿Estás dejando que el Espíritu te impulse también al desierto este Adviento? ¿Estás sacando tiempo para escuchar al Espíritu?
Consejo de la semana: Si no lo has hecho todavía, apresúrate a preparar la corona de Adviento en tu hogar, como te recomendaba la semana pasada. En la presencia del Señor, revisa tu empleo del tiempo, de los bienes y el dinero que Dios te ha dado. ¿Qué cambios tienes que hacer para que tus prioridades sean las de Dios? ¿Para que tu seguridad y apoyo sea Dios, «Dador de todo don», y no sus dones?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel