Queridos hermanos y hermanas:
Como vimos el domingo pasado, Cristo elevado sobre la tierra será el signo que atraerá a todos hacia sí con gran fuerza. Es “la hora” de Cristo, en la que el Príncipe de este mundo (Satanás) va a ser echado fuera y el mundo (lo que se opone a Dios) va a ser juzgado, es decir, condenado mediante la puesta en evidencia de su rechazo a la salvación que Dios ofrece en su Hijo crucificado (cfr. Jn 12,31). Creer en el signo del Crucificado implica negarse a sí mismo para dejar que la voluntad de Dios se cumpla en y por medio de cada uno de nosotros y así tener vida eterna (la vida de Dios). Esto es lo que Jesús quiere decir en el texto de hoy con la expresión “el que quiera servirme, que me siga” (Jn 12,26). ¿Qué tengo que “negar” en mí para “servir” a Jesús y así tener vida eterna?
Consejo de la semana: El Papa Francisco nos dijo en el Mensaje para la Cuaresma 2015: «Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. […] Quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón […] De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia». Te invito a seguir el consejo del Papa para lograr esto: (1) orar, (2) ayudar a los hermanos con gestos concretos de caridad, (3) ver en el sufrimiento del prójimo una llamada a la conversión que nos recuerda nuestra dependencia de Dios y de los hermanos. ¿Cómo vas progresando en ello esta Cuaresma?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel