Queridos hermanos y hermanas:
Este y el próximo domingo nos fijaremos en temas relacionados al final de los tiempos. En el texto de hoy, la ridiculización que los saduceos intentan hacer de la vida en “los cielos nuevos y la tierra nueva” hace eco de lo que muchos piensan hoy día: que será lo mismo que esta vida, ya sin sufrimiento, pero en definitiva, lo mismo: matrimonio, trabajo, hijos, luchas. Se equivocan al trasponer a la otra vida temas como el matrimonio que, aún siendo en el tiempo presente vital para engendrar hijos para Dios y para educar para el amor, ya no tendrá sentido luego de la resurrección de los muertos. ¿Por qué? Porque la relación que habrá entre los seres humanos será basada sólo en la filiación divina plenamente vivida (verdaderos hermanos de Jesús e hijos del Padre); filiación que nos colmará plenamente haciéndonos participar de la comunión de vida con Dios sin necesidad de mediaciones ni relaciones de parentesco de sangre. Por otra parte, luego de la resurrección final no será necesario engendrar hijos porque la humanidad querida por Dios estará completa y porque los justos participarán de la eternidad de la vida divina: ya no habrá muerte. Por estas razones dice Jesús: “serán como ángeles”. Las promesas de Dios son infalibles y ciertas. Por eso decimos cada domingo en el Credo: “espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. Hoy podemos rezar esta frase entendiendo mejor lo que decimos.
Consejo de la semana: Estas verdades que hoy nos trae la liturgia no son sólo para la otra vida, como si esta no tuviera nada que ver con la resurrección y la inmortalidad. Al acercarse el fin del año litúrgico te invito a meditar cómo vives el discipulado (oración, confesión, comunión, liturgia, caridad, misericordia, fraternidad, relaciones familiares, responsabilidades laborales, justicia en tus relaciones personales y comerciales, etc.) No caigas en el error de pensar que lo de aquí es para ahora y que hay que hacer “lo que se puede” que en definitiva es “lo que se quiere”, y que no tiene nada que ver con la vida luego de la resurrección. Como vivamos la otra vida será consecuencia de cómo hayamos vivido esta.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel