Queridos hermanos y hermanas:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil» (Mateo 26, 40-41). Mientras aguarda el momento de la prueba suprema de su Pasión, en la que deberá vencer por medio del amor todo el mal que puede enfrentar una persona, Jesús nos enseña a vencer la tentación, bien de combatir el mal o de buscar un bien aparente a base de obrar mal, o sea, de obrar fuera de la voluntad de Dios. Esta tentación no se vence con nuestras fuerzas o capacidades –«la carne es débil»– sino con el poder de Dios, que es amor, actuando en nuestro espíritu. Por ello es indispensable mantener abierta la comunicación con Dios, la conciencia de estar en comunión con Él y la disponibilidad para que Él actúe en y por medio nuestro. Eso sólo se logra con la vigilancia y la oración. Vigilancia y oración se complementan y refuerzan. La vigilancia nos mantiene despiertos a la presencia y acción de Dios. La oración ilumina nuestra mente con la verdad divina y transforma nuestro corazón para que, superando nuestras limitaciones, defectos y los efectos del pecado, seamos capaces de vivir en la voluntad de Dios. Es necesario seguir el consejo de Jesús si realmente queremos ser santos.
Consejo de la semana: Hoy y a lo largo de toda esta semana, practica la vigilancia refiriendo conscientemente a Dios todas las cosas, las que te gustan y las que no te gustan, las que son según tus deseos y las que no, pues detrás de todo está Dios Providente que lo permite para tu bien.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel