Queridos hermanos y hermanas:
La capacidad de respuesta efectiva ante el sufrimiento del otro es la medida del amor. Se nos pide este ejercicio del amor: dilatar el corazón hasta que sea tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado. «Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios». Esta cita tomada del Catecismo de la Iglesia Católica número 2447 nos lleva a reflexionar sobre el criterio con el que será evaluada nuestra vida y que Jesús expone en el evangelio de hoy. ¿Qué obras de misericordia realizo? ¿Con qué frecuencia? ¿Con qué motivación?
Consejo de la semana: Piensa en tus actos de soberbia y autosuficiencia que le han impedido a Dios regalarte su corazón de siervo para ponerte al servicio de los hermanos. Dialoga con Él en tu oración la raíz de estos comportamientos y pide a Dios que te muestre qué pasos dar y te sane con su misericordia.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel