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Queridos hermanos y hermanas:
La enseñanza de Jesús en el evangelio de hoy: «Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» se cita frecuentemente para decir lo que Jesús nunca dijo. Su respuesta fue: dadle al César lo que tiene su imagen, es decir, lo que le corresponde en justicia, y dadle a Dios también lo que le corresponde, es decir, lo que tiene su imagen. Puesto que toda la creación lleva la imagen de Dios –particularmente el ser humano– todo debe dársele a Dios, que es lo mismo que decir: todo debe manejarse según su voluntad. Dándole al ‘César’ lo que le corresponde en justicia estamos ‘dando a Dios lo que es de Dios’. Pero cuidado: ningún ‘César’ tiene autoridad para impedir que se le ‘de a Dios lo que es de Dios’.
Consejo de la semana: Hoy la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como el DOMUND. Además de ofrecer tu aportación económica generosa para apoyar la obra misionera de la Iglesia, te invito a realizar a lo largo de la semana al menos una de las siguientes obras: (1) visitar durante una hora a un enfermo de la parroquia, (2) visitar a un encarcelado, (3) ofrecer de comer a un hambriento, (4) pedir a personas enfermas que ofrezcan su dolor en unión con el de Jesús por las misiones, (5) visitar a Jesús en el sagrario y orar por los misioneros, (6) rezar el Rosario por los misioneros, (7) servir de algún modo a un necesitado que no te puede repagar, (8) meditar la Pasión de Jesucristo.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
La parábola del banquete del rey nos pone ante el futuro que Dios nos ofrece: nos invita a su mesa, nos ha destinado a la comunión festiva y gozosa, íntima y eterna con Él y con su Hijo. Rechazar la invitación al banquete es rechazar la vida en comunión con Él. Para participar del banquete es necesario un vestido nupcial. En lenguaje simbólico el vestido indica el estado completo de una persona, cómo la persona aparece ante Dios. La vida nueva del discípulo que se requiere para entrar al banquete se adquiere por la escucha de la enseñanza de Jesús y el hacer la voluntad del Padre. ¿Le doy importancia y valor a la invitación que me hace Jesús? ¿Cómo es mi traje de fiesta?
Consejo de la semana: San Juan Pablo II nos dijo en su carta sobre el Rosario de 2002: “La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante. En momentos en los que la cristiandad misma estaba amenazada, se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación. Hoy deseo confiar a la eficacia de esta oración la causa de la paz en el mundo y la de la familia.” Ante la situación tan compleja de guerras y conflictos en el mundo actual, lejanos y cercanos, te invito a hacer de la recitación diaria del Santo Rosario tu arma para alcanzar la paz en el mundo y en cada familia. ¿Y por qué no participar de los rosarios en comunidad que tenemos este mes en la parroquia?
Dios, el propietario de la “viña”, la cuida con todo empeño. La viña representa el vivir en la voluntad de Dios (vivir en el Reino). Dios no escatima esfuerzo para que tu y yo vivamos en su voluntad y podamos así disfrutar su vida. Primero envía a sus siervos los profetas. Finalmente envía a su Hijo. Pero los frutos dependen de nuestra correspondencia. ¿Nos parece justo que a pesar de que Dios pone en juego su omnipotencia para hacer fructificar su viña, esta no de los frutos que Él espera, frutos que en realidad son para nosotros y no para Él?
Consejo de la semana: Estamos en octubre, mes del Rosario. San Juan Pablo II nos dijo en su carta sobre el Rosario de 2002: “El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros (cf. Ga 4, 19). Esta acción de María, basada totalmente en la de Cristo y subordinada radicalmente a ella, «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo» (Lumen Gentium 60). Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus [Todo tuyo]”. ¿Por qué no cultivar el rezo diario de esta devoción, recomendada por grandes santos y Papas por su eficacia?
Para pertenecer al Reino de Dios es importante conocer la voluntad de Dios y hacerla. Hoy Jesús nos hace caer en cuenta del peligro de no poner en práctica la voluntad de Dios. Hay que buscarla atentamente y acogerla con prontitud. Hay que reconocer a los mensajeros que nos comunican el querer de Dios. No hay que repetir el comportamiento de las autoridades judías, quienes evitan tomar posición ante la pregunta que les hace Jesús para que no se delate la inconsistencia entre lo que profesan de boca y lo que hacen en la práctica, porque esto ya es una toma de posición contra la voluntad de Dios. Por último, hay siempre esperanza para el pecador: nadie que haya dicho que no y haya vivido mal se debe desesperar. No es decisiva la primera respuesta, lo importante es no permanece en ella, corregirse con una renovación de vida que se reconozca en un “actuar justo”. ¿Presto atención al llamado del Señor cada día? ¿Por qué a veces digo que sí, pero luego no hago lo que Dios me pide?
Consejo de la semana: Al llegar al templo, toma siempre el boletín parroquial y la hoja de cantos. No olvides llevar El Visitante, instrumento sencillo pero muy útil para formarte e informarte en la fe y el quehacer de la Iglesia. Al salir del templo, lleva contigo el boletín para que puedas meditar las lecturas durante la semana en tu oración personal y para que puedas estar al tanto de las fechas y horas de las actividades. Como cortesía a los que asistirán a la siguiente misa, devuelve los materiales impresos que no vas a llevarte a la mesita de la entrada del templo. No los dejes en los bancos.
El Evangelio de hoy es una lección sobre el modo de actuar divino que choca con nuestros cálculos, previsiones y comparaciones humanas. Es una invitación a dejar que Dios nos regale su modo de ver las cosas para que podamos ser sus colaboradores, en lugar de opositores; para que podamos ser servidores de nuestros hermanos, en lugar de competidores. Preguntémonos: ¿Sé ponerme contento y estar agradecido por el bien que reciben los otros? ¿Me hace sufrir el compararme con otros? ¿Con qué frecuencia me comparo? ¿Conozco lo suficiente a Dios como para fiarme de Él y dejarle en mi vida tomar y darme, con la seguridad de que siempre es lo mejor para mí?
Consejo de la semana: Haz de la oración y la Lectio divina tu prioridad diariamente. Quita otras cosas que te parecen imprescindibles pero que no lo son. Haz del servicio generoso y desinteresado a quienes no pueden pagarte tu forma natural de ser. Al levantarte cada día, entrégale al Señor tu mente calculadora de negociante y pídele que te regale Su generosidad. Abre tu mente y tu corazón a las mociones del Espíritu Santo. Aprende a escucharlo. Deja que sea Él quien te organice el día y las prioridades. Verás resultados divinos en tu vida.
No hay perdón si no se ejerce la misericordia. Tampoco si el corazón no se abre y se vuelve espacio de acogida de aquél que a lo mejor no se lo merece. Pero para lograr esto es necesario primero abrirse a la misericordia de Jesús hacia nosotros. Sólo cuando nos sabemos perdonados por Dios, es decir, agraciados por Dios, sin que de nuestra parte haya ningún mérito para recibir su perdón estaremos en condiciones de cultivar la oración y frecuentar los sacramentos como prioridades en nuestra vida. Perdonar no es fácil, pero es posible para que el deja que Jesús le ‘haga nacer de nuevo’ según la imagen divina.
Consejo de la semana: En la actualidad la mayor parte de la gente ignora o disculpa sin más el pecado. ¿Cómo veo mi propio pecado? ¿Con qué frecuencia me acerco al sacramento de la Reconciliación a recibir el perdón incondicional del Padre? ¿Por qué no tomas la decisión de hacerlo esta semana y mejorar tu ‘calidad’ de vida?
¡Qué responsabilidad tan grande tiene una comunidad en la manera de tratar a sus miembros con relación a la salvación o la perdición de cada uno de ellos! Pero para seguir las instrucciones de Jesús en el Evangelio de hoy es necesario que la comunidad madure y crezca en comunión con Dios y entre sus miembros. Sin oración profunda, sacramentos bien vividos y apertura generosa para servir al hermano Dios no nos puede regalar el don que hace de nuestra comunidad un espacio ‘habitado’ por la presencia de Cristo. Un espacio del que Cristo pueda decir “allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). ¿Qué podría cada uno hacer para que nuestra comunidad fuera más un espacio de acogida, solidaridad y fraternidad, para que fuera Buena Nueva para los residentes de nuestro territorio parroquial?
Consejo de la semana: La Beata Teresa de Calcuta nos dijo: ‘El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz’. ¿Es realmente en mi vida la oración fruto del silencio? ¿Cómo oro? ¿Es mi fe firme y fruto de mi oración? ¿Es mi servicio generoso a los demás fruto de la fe y el amor? ¿Soy constructor de paz con mi servicio generoso? Te invito a meditar estas palabras y a hacer los ajustes necesarios en tu vida. El Señor y tu prójimo están aguardando.
Pedro aparece como imagen del cristiano que está de acuerdo con el lado agradable del seguimiento pero que rechaza el sufrimiento. ¡Qué difícil es aprender los caminos de Dios! El verdadero discipulado no se logra fácilmente porque es un “seguimiento” del Maestro Jesús, seguimiento que se hace entregándole a Dios la vida (“perder la vida”) para que Él la moldee y dirija. Esto requiere “negarse a sí mismo”, es decir, saber ir contra los deseos, criterios, lógicas humanas para seguir siempre y en todo la voluntad de Dios. Sólo así salvamos la vida; sólo así accedemos a la Vida verdadera, la Vida divina que Dios nos dona. El que quiera autoafirmarse contra la voluntad de Dios (“salvar la vida”) lo que consigue es “perderla”, privándose de la Vida con y en Dios. ¿Cómo es mi seguimiento de Jesús? ¿En qué todavía no estoy dispuesto a “negarme a mí mismo” para seguirle?
Consejo de la semana: En su Exhortación ‘La alegría del evangelio’ el Papa Francisco nos dice en el número 89: “El aislamiento […] puede también encontrar en lo religioso una forma de consumismo espiritual a la medida de su individualismo enfermizo”. A la luz de esto te invito a meditar lo siguiente: ¿Encuentro señales de “consumismo espiritual” en mi práctica religiosa? ¿Disfruto compartiendo con mis hermanos de fe? ¿Busco darme y servir en un lugar estable, o sólo visito la parroquia para obtener lo que quiero?
Este libro escrito por San Claudio de la Colombiere, quien vivió en el siglo XVII, expresa bella y convincentemente, aunque con lenguaje y ejemplos de su época, por qué debemos abandonarnos confiadamente a las disposiciones de la Providencia en lugar de rebelarnos y disgustarnos ante aquello que nos desagrada, contraría o lastima, o peor aún, pensar que Dios no quiere nuestro bien.
Para conocer sobre San Claudio puedes ver una breve biografía aquí.
Puedes descargar el libro en diferentes formatos aquí.
En el evangelio de hoy Jesús le dice a Simón: ‘Tú eres Pedro’, es decir, la piedra, y sobre ella edificaré mi Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que expresan la misma confesión de fe de Pedro. Además le confiere a Pedro el poder de ‘atar y desatar’, una expresión que significa que su enseñanza tiene valor vinculante: tiene poder para decidir –siempre a partir de la doctrina de Jesús– qué se permite y qué no en la Iglesia. El Pedro de nuestros días es el Papa Francisco.
Consejo de la semana: Te invito a dialogar con Dios en la oración tu participación concreta en la comunidad de fe para ver si es conforme a Su voluntad. Para discernir a qué nos llama el Señor es necesario repasar los talentos que nos ha dado (habilidades, conocimientos, relaciones, recursos, etc.) y ver también las necesidades concretas que hay en nuestra comunidad parroquial (por ejemplo, alto número de envejecientes, niños sin formación religiosa, hogares que no han sido visitados por la parroquia para vincularlos a nuestra comunidad de fe, desempleados, enfermos). Jesús nos aclaró que al final de nuestra vida seremos juzgados en el amor, es decir, en el servicio generoso y desinteresado a los demás. Este amor no se puede confundir con acciones serviciales, sino que consiste en un estilo de vida que se adquiere poco a poco con la ayuda de Dios, que con paciencia infinita espera que demos los pasos necesarios. ¿Te animas?
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