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Queridos hermanos y hermanas:
La venida del Hijo de Dios al mundo había sido preparada por la historia de la salvación a lo largo de siglos y finalmente por san Juan Bautista. A nosotros nos corresponde ahora hacer también la preparación mediante una buena disposición del corazón, tomándonos en serio los llamados que nos hacen el evangelista Marcos, las voces de los profetas y la predicación de Juan Bautista. Este es el sentido del Adviento que estamos viviendo. Si Navidad es acoger a Dios como el Emmanuel, el ‘Dios-con-nosotros’, no habrá Navidad si no preparamos nuestros corazones para acoger a Dios, de modo que sea ‘con-nosotros’. Esta semana Juan Bautista nos dice que la venida de Dios se prepara en el ‘desierto’, con la austeridad en nuestros hábitos y estilos de vida, con silencio interior y exterior. Todo lo contrario a lo que nos propone el mundo, especialmente en estos días en los que, bajo apariencia de cultivar la amistad y la generosidad, se nos invita al desenfreno en el consumo, el ruido y las compras. A Juan Bautista el Espíritu es quien lo impulsa al desierto. ¿Estás dejando que el Espíritu te impulse también al desierto este Adviento? ¿Estás sacando tiempo para escuchar al Espíritu?
Consejo de la semana: Si no lo has hecho todavía, apresúrate a preparar la corona de Adviento en tu hogar, como te recomendaba la semana pasada. En la presencia del Señor, revisa tu empleo del tiempo, de los bienes y el dinero que Dios te ha dado. ¿Qué cambios tienes que hacer para que tus prioridades sean las de Dios? ¿Para que tu seguridad y apoyo sea Dios, «Dador de todo don», y no sus dones?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
La palabra adviento significa advenimiento. Es un término cristiano de origen pagano. En la Roma pre-cristiana se llamaba adviento a la venida anual de divinidad a su templo, para visitar a sus fieles. La estatua del dios se suponía que permanecía entre los suyos mientras duraba la solemnidad. También, en el ritual de la corte romana pagana, se llamaba adviento a la primera vista oficial que un personaje importante hacía a su pueblo al entrar en funciones o tomar posesión de su cargo. Así adviento pasó a designar la venida de Cristo entre los hombres (Navidad) y su advenimiento glorioso que coronará su obra redentora al final del mundo (la parusía). En la historia de la liturgia, el Adviento manifiesta la necesidad de una preparación ascética a la Navidad. El Adviento es como una Cuaresma para la Navidad, un tiempo de espera gozosa del nacimiento del Salvador, orientando a los cristianos a fijarse en el retorno glorioso del Señor al fin del mundo. El tiempo del Adviento nos quiere ejercitar en una virtud cristiana básica: la esperanza. En el evangelio de hoy Jesús nos pide que estemos vigilantes, en vela. ¿Estoy adormecido? ¿En qué? ¿Qué haré para que este tiempo de Adviento que hoy empezamos sea vivido cabalmente?
Consejo de la semana: Si no lo has hecho todavía, apresúrate a preparar tu corona de Adviento en tu hogar. Es tan sencillo de hacer y encierra un simbolismo tan hermoso. Debe ser el centro de la oración hogareña, donde la familia se reúne para orar diariamente como comunidad en espera y así preparar las venidas cotidianas de Cristo a nuestras vidas.
La capacidad de respuesta efectiva ante el sufrimiento del otro es la medida del amor. Se nos pide este ejercicio del amor: dilatar el corazón hasta que sea tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado. «Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios». Esta cita tomada del Catecismo de la Iglesia Católica número 2447 nos lleva a reflexionar sobre el criterio con el que será evaluada nuestra vida y que Jesús expone en el evangelio de hoy. ¿Qué obras de misericordia realizo? ¿Con qué frecuencia? ¿Con qué motivación?
Consejo de la semana: Comienza cada día con oración. Que sea tu alimento cotidiano. Separa media hora al menos, en silencio, a solas con Dios sólo. Siempre es costoso crear patrones de conducta. Para disponer de tiempo en la mañana a una hora más o menos fija es necesario ir a descansar cada noche a una hora más o menos fija. Ayúdate también de herramientas como los podcasts de rezandovoy.org o de comentarios al evangelio y las lecturas del día a los que puedes suscribirte por correo electrónico o consultar en Internet. En el apartado de Enlaces de nuestra página web (pacrired.org/Enlaces) encontrarás opciones.
En esta solemnidad de nuestra Señora, Madre de la Divina Providencia, Patrona de Puerto Rico, la liturgia nos la presenta en el relato de la bodas de Caná. María, nuestra madre, está siempre atenta no sólo a nuestras necesidades espirituales sino también a las materiales. Le expone a Jesús nuestras necesidades: “No tienen vino”. La respuesta de su Hijo no es una negativa sino que se sitúa en otro plano, como es frecuente en el evangelio de Juan (ver por ejemplo el diálogo con la samaritana). Por eso responde que “su hora” no ha llegado, no se refiere a la hora de resolver el problema de la fiesta de bodas, sino la hora de hacernos partícipes de la vida divina mediante su Misterio Pascual. El vino nuevo y mejor es símbolo de la vida divina que colma nuestras ansias de felicidad y plenitud. Hoy en Puerto Rico, en nuestros corazones, familias, relaciones, negocios, proyectos como pueblo, etc. hay falta de vino nuevo, falta de Dios. En la indiferencia al hermano, a sus necesidades sin comprometerse a fondo con su bien, o peor aún, en el aprovecharse del hermano vulnerable o en desventaja, no está Dios. En el buscar el propio interés por encima de todos y de todo, incluso de la ley y la justicia, no está Dios. En la oración colecta de la Misa pedimos a Dios que bajo el patrocinio de Santa María nos conceda vivir la caridad fraterna promoviendo una sociedad más humana y siendo testigos de la verdad. Pero esto no sucederá sólo con pedirlo o desearlo, es indispensable seguir el consejo de María de hacer lo que Jesús nos diga.
Consejo de la semana: Comprométete con Puerto Rico. Dedica tiempo de calidad a estar con Jesús y escucharle para poder hacer las cosas como Él te indica, que no es lo mismo que no hacerle mal a nadie y usar el sentido común, sino que supone crecer en el amor para ser capaces de amar al hermano como Cristo nos ha amado, es decir, hasta dar la vida.
En unas nupcias judías el deber de las vírgenes era acompañar al esposo con lámparas encendidas (signo de la alegría) al banquete en el que éste acoge a la desposada para comenzar su vida en común. En la parábola se califica de necias a las que sabiendo que el esposo tenía que llegar –aunque no se supiera el momento– no se prepararon para poder mantener sus lámparas encendidas hasta llegar al banquete. No prepararse para algo que se sabe que va a ocurrir es necedad. Así sucede con la muerte. La parábola se refiere a ese momento en el que Dios nos llamará a entrar al banquete de bodas –signo de la vida en comunión con Él– y para el cual o estamos preparados o nos lo perderemos. En los banquetes de bodas judíos la puerta no se cerraba definitivamente pero en la parábola si, para significar que se vive una sola vez; no hay reencarnación. Prepararse es sensatez y sabiduría –como comenta la primera lectura– y no hacerlo es necedad. La lámpara encendida y con suficiente aceite de repuesto es símbolo de la vida con comunión con Dios que comienza con el bautismo, se vive en este mundo dejándonos modelar por Dios para ser como Él es y se prolonga para siempre en la eternidad. Mis acciones hasta ahora, ¿me colocan entre los sensatos o entre los necios?
Consejo de la semana: Antes de comenzar tu día pide ayuda a Dios para que puedas ser luz para todos los que Dios ponga en tu camino hoy, buscando lo mejor para ellos: perdonar al que te ofende, ceder el paso, saludar con afecto, prestar un pequeño servicio cargando algo o abriendo una puerta, consolar a alguien que esté triste, ofrecer una palabra de aliento al deprimido o desesperado, dar un buen consejo, compartir un alimento, etc. Que tus obras esta semana sean obras que iluminen.
El servicio no es amor al prójimo y no crea fraternidad cuando uno se busca a sí mismo con lo que hace; ya sea que pretenda obtener prestigio, reconocimiento, bienes, influencias, posiciones; ya sea que quiera manifestarse superior a los demás para alimentar su ego. Para que nuestro servicio sea amor verdadero tenemos que hacer presente a Dios –el único Padre, Maestro, Consejero, etc.– con nuestro actuar generoso y desinteresado, ajustado a su voluntad, y no suplantarlo. Se trata de vivir la humildad, que Jesús nos invita a vivir hoy en la frase final del evangelio: reconocer que todo lo que somos y tenemos es don de Dios y usar esos dones para servir desinteresadamente y no como trampolín para alcanzar lo que el mundo apetece. Es una tentación sutil que pasa desapercibida para muchos porque es lo normal en muchos ambientes. Pero nosotros no queremos ensalzarnos para luego ser humillados, sino vivir la humildad para dejar que Dios nos de la verdadera y eterna riqueza y gloria, la que proviene de la comunión con El.
Consejo de la semana: Revisa la ropa que tienes guardada y que hace mucho tiempo que no usas. Sepárala y dónala a una institución caritativa como puede ser tu Cáritas parroquial o Cáritas de Puerto Rico. Une a esa ofrenda un donativo de una suma de dinero que signifique para ti un sacrificio desprenderte de ella.
En su Carta encíclica Dios es Amor (n. 18) Benedicto XVI nos dijo: «El amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús, consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más allá de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo interior de un gesto de amor, de atención, que no le hago llegar solamente a través de las organizaciones encargadas de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias políticas. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. En esto se manifiesta la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al prójimo». ¿Cómo cultivo mi ‘encuentro íntimo con Dios’ cada día?
Consejo de la semana: Ora diariamente en tu hogar. Trata de que sea cada día a la misma hora. Prepárate un lugar que sea acogedor. Enciende una vela. Abre la Biblia. Coloca un crucifijo o la imagen de Nuestro Señor. Quizás también la de la Virgen o algún santo. Adopta una postura cómoda, pero sin que haya peligro de que te duermas. Para dejar a Dios actuar en ti en la oración tienes que estar bien despierto. Dedica cada día al menos 30 minutos. Invoca al Espíritu Santo y pídele que te abras a la presencia amorosa de Dios. Será la mejor inversión de tiempo que hagas en tu vida.
La enseñanza de Jesús en el evangelio de hoy: «Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» se cita frecuentemente para decir lo que Jesús nunca dijo. Su respuesta fue: dadle al César lo que tiene su imagen, es decir, lo que le corresponde en justicia, y dadle a Dios también lo que le corresponde, es decir, lo que tiene su imagen. Puesto que toda la creación lleva la imagen de Dios –particularmente el ser humano– todo debe dársele a Dios, que es lo mismo que decir: todo debe manejarse según su voluntad. Dándole al ‘César’ lo que le corresponde en justicia estamos ‘dando a Dios lo que es de Dios’. Pero cuidado: ningún ‘César’ tiene autoridad para impedir que se le ‘de a Dios lo que es de Dios’.
Consejo de la semana: Hoy la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como el DOMUND. Además de ofrecer tu aportación económica generosa para apoyar la obra misionera de la Iglesia, te invito a realizar a lo largo de la semana al menos una de las siguientes obras: (1) visitar durante una hora a un enfermo de la parroquia, (2) visitar a un encarcelado, (3) ofrecer de comer a un hambriento, (4) pedir a personas enfermas que ofrezcan su dolor en unión con el de Jesús por las misiones, (5) visitar a Jesús en el sagrario y orar por los misioneros, (6) rezar el Rosario por los misioneros, (7) servir de algún modo a un necesitado que no te puede repagar, (8) meditar la Pasión de Jesucristo.
La parábola del banquete del rey nos pone ante el futuro que Dios nos ofrece: nos invita a su mesa, nos ha destinado a la comunión festiva y gozosa, íntima y eterna con Él y con su Hijo. Rechazar la invitación al banquete es rechazar la vida en comunión con Él. Para participar del banquete es necesario un vestido nupcial. En lenguaje simbólico el vestido indica el estado completo de una persona, cómo la persona aparece ante Dios. La vida nueva del discípulo que se requiere para entrar al banquete se adquiere por la escucha de la enseñanza de Jesús y el hacer la voluntad del Padre. ¿Le doy importancia y valor a la invitación que me hace Jesús? ¿Cómo es mi traje de fiesta?
Consejo de la semana: San Juan Pablo II nos dijo en su carta sobre el Rosario de 2002: “La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante. En momentos en los que la cristiandad misma estaba amenazada, se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación. Hoy deseo confiar a la eficacia de esta oración la causa de la paz en el mundo y la de la familia.” Ante la situación tan compleja de guerras y conflictos en el mundo actual, lejanos y cercanos, te invito a hacer de la recitación diaria del Santo Rosario tu arma para alcanzar la paz en el mundo y en cada familia. ¿Y por qué no participar de los rosarios en comunidad que tenemos este mes en la parroquia?
Dios, el propietario de la “viña”, la cuida con todo empeño. La viña representa el vivir en la voluntad de Dios (vivir en el Reino). Dios no escatima esfuerzo para que tu y yo vivamos en su voluntad y podamos así disfrutar su vida. Primero envía a sus siervos los profetas. Finalmente envía a su Hijo. Pero los frutos dependen de nuestra correspondencia. ¿Nos parece justo que a pesar de que Dios pone en juego su omnipotencia para hacer fructificar su viña, esta no de los frutos que Él espera, frutos que en realidad son para nosotros y no para Él?
Consejo de la semana: Estamos en octubre, mes del Rosario. San Juan Pablo II nos dijo en su carta sobre el Rosario de 2002: “El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros (cf. Ga 4, 19). Esta acción de María, basada totalmente en la de Cristo y subordinada radicalmente a ella, «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo» (Lumen Gentium 60). Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus [Todo tuyo]”. ¿Por qué no cultivar el rezo diario de esta devoción, recomendada por grandes santos y Papas por su eficacia?
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