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Queridos hermanos y hermanas:
A medida que avanzamos en el proceso de conversión vamos siendo modelados por Dios para ser como Él es, lo que nos permite cultivar cada vez con mayor profundidad la comunión de vida con Dios. Esto nos convierte en mensajeros, portadores de la llamada que Dios dirige a otros. Juan Bautista nos muestra que la humildad, es el distintivo del mensajero. «¿Tu quién eres?» (Jn 1, 19). La respuesta del auténtico mensajero será siempre una referencia al que origina el mensaje (y quien es, él mismo, el mensaje): Dios. Por tanto, Dios y su voluntad configuran el ángulo desde el que debe enfocarse todo, no las preferencias e intereses del mensajero, ni las modas ni los resultados de encuestas o el voto de la mayoría. ¿Practico a enfocarlo todo desde Dios y su voluntad? ¿A vivir «por Cristo, con Él y en Él» para Dios Padre, como rezamos en la Misa?
Consejo de la semana: Hoy reza por tu párroco, por los sacerdotes que conoces y los que te han ayudado. También por los evangelizadores, religiosos y laicos, por los catequistas de tu parroquia. Pide por todos para que sean mensajeros que vivan la Buena Nueva haciendo presente a Dios.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
Muchas veces Dios viene a nosotros sirviéndose de mensajeros. Es el caso de Juan Bautista que preparó la misión de Jesucristo al pueblo de Israel y a toda la humanidad. Cuando no le hemos dado a Dios la oportunidad de modelarnos según su manera de ser, siempre pensaremos como los seres humanos, con lógica humana, con “sentido común”; en el mejor de los casos, con la lógica de un ser humano bueno y justo. Pero Dios es totalmente diferente a nosotros y siempre nos sorprende. «Porque mis pensamientos no son sus pensamientos, ni sus caminos, mis caminos –oráculo del Señor–» (Is 55, 8). Corremos entonces el riesgo de rechazar los medios que Dios emplea para llamarnos y anunciar su venida, con lo que en última instancia rechazamos a Dios. Por eso Juan Bautista nos dice que para que Dios pueda llegar a ti y a mí es necesario convertirnos; o mejor, poner los medios para dejar que Dios nos convierta: nos dé su manera de ser. Es vital entender que la conversión no es “portarse bien”, “no robar ni matar” o “no hacer daño a los demás” como se escucha tantas veces. Estas son caricaturas de la conversión, alcanzables sin Dios con las solas fuerzas humanas y que nos instalan en la mediocridad rechazando el camino que Dios tiene para que cada uno viva la comunión con Él.
Consejo de la semana: Comenzando hoy, antes de irte a dormir, examina cómo has vivido en el día tu relación con Dios. Fíjate en qué cosas o situaciones has hecho lo que Jesús hubiera hecho y en cuáles no. Da gracias a Dios por las primeras y pídele perdón por las segundas. Toma nota de lo que no fue bien para que puedas llevarlo a tu confesión mensual además de estar más vigilante la próxima vez.
Cada año el Adviento comienza pidiéndonos que estemos vigilantes. Es la disposición con la que debemos vivir toda la vida, no sólo durante el Adviento. Pues el ser humano no puede alcanzar la plenitud y la felicidad si no es respondiendo a las llamadas que Dios le dirige a lo largo de toda su vida, llamadas a dejarse amar por Él y a corresponderle; llamadas que nos llegan por medio de la Palabra de Dios, de los acontecimientos de la vida, de las peticiones y necesidades de otros, y de las mociones del Espíritu Santo. Son siempre llamadas a entrar en una relación de entrega mutua, de comunión. ¿Y cómo desarrollamos la capacidad de reconocer a Dios y sus llamadas? Tenemos que dejarnos transformar por Él para ver las cosas como Él las ve, querer lo que Él quiere y aprender a confiar en su misericordia, sobre todo cuando humanamente no entendemos algo, para responderle como Él nos pide. ¿Y cómo nos dejamos transformar? Siguiendo el método que la Iglesia lleva dos mil años proponiendo con resultados garantizados cien por ciento y que iremos repasando y practicando a lo largo de este Adviento. Aprovechemos bien este tiempo para que Dios no nos siga encontrando dormidos, súper ocupados o súper entretenidos, sino atentos.
Consejo de la semana: Si no lo has hecho todavía, apresúrate a preparar la corona de Adviento en tu hogar. Es tan sencillo de hacer y encierra un simbolismo tan hermoso. Debe ser el centro de la oración hogareña, donde la familia se reúne para orar diariamente como comunidad en espera y así preparar las venidas cotidianas de Cristo a nuestras vidas.
La capacidad de respuesta efectiva ante el sufrimiento del otro es la medida del amor. Se nos pide este ejercicio del amor: dilatar el corazón hasta que sea tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado. «Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios». Esta cita tomada del Catecismo de la Iglesia Católica número 2447 nos lleva a reflexionar sobre el criterio con el que será evaluada nuestra vida y que Jesús expone en el evangelio de hoy. ¿Qué obras de misericordia realizo? ¿Con qué frecuencia? ¿Con qué motivación?
Consejo de la semana: Piensa en tus actos de soberbia y autosuficiencia que le han impedido a Dios regalarte su corazón de siervo para ponerte al servicio de los hermanos. Dialoga con Él en tu oración la raíz de estos comportamientos y pide a Dios que te muestre qué pasos dar y te sane con su misericordia.
Grandes verdades de aplicación bien práctica nos enseña el evangelio de este domingo. Verdades sobre las que hay mucha confusión hoy, cuando se nos asegura y refuerza desde todas partes que las cosas son de otro modo. Muchos, mal influenciados, piensan que su verdadera felicidad está en decidir sus propias metas y luchar por alcanzarlas como una conquista personal. La parábola nos dice que la verdadera felicidad está en saber que todo lo que somos y tenemos es pura gracia, don de Dios, que por amor nos ha dotado así: no son conquista personal. También la parábola nos enseña que no se puede alcanzar la felicidad ni la realización personal de otro modo que manejando los dones de Dios, es decir, todo, según la voluntad de Dios, no según mis criterios de persona buena o mi sentido común. Pero para esto es necesario ”conocer a Dios” en el sentido bíblico de tener un conocimiento experimental de Él. De otro modo no es posible confiar en Él. Y para “conocerle” es necesario tratarle, relacionarse con Él diariamente por medio de la oración perseverante, prolongada, apoyada en su Palabra, abierta a su presencia en el silencio interior. ¿Cómo es tu oración? ¿Cómo es tu “conocimiento” de Dios? ¿Cuáles son tus metas en la vida? ¿Cuáles de ellas están dialogadas y acordadas con Dios en la oración?
Consejo de la semana: Comienza cada día con oración. Separa media hora al menos, en silencio, a solas con Dios sólo. Siempre es costoso crear patrones de conducta. Para disponer de tiempo en la mañana a una hora más o menos fija es necesario descansar cada noche a una hora más o menos fija. Ayúdate también de herramientas como los podcasts de rezandovoy.org o de comentarios al evangelio y las lecturas del día a los que puedes suscribirte por correo electrónico o consultar en Internet. También te ofrezco el comentario a las lecturas de la Misa dominical en mi podcast “Saboreando la Palabra”, que puedes escuchar desde la página web de la parroquia.
En unas nupcias judías el deber de las vírgenes era acompañar al esposo con lámparas encendidas (signo de la alegría) al banquete en el que éste acoge a la desposada para comenzar su vida en común. En la parábola se califica de necias a las que sabiendo que el esposo tenía que llegar –aunque no se supiera el momento– no se prepararon para poder mantener sus lámparas encendidas hasta llegar al banquete. No prepararse para algo que se sabe que va a ocurrir es necedad. Así sucede con la muerte. La parábola se refiere a ese momento en el que Dios nos llamará a entrar al banquete de bodas –signo de la vida en comunión con Él– y para el cual o estamos preparados o nos lo perderemos. En los banquetes de bodas judíos la puerta no se cerraba definitivamente pero en la parábola si, para significar que se vive una sola vez; no hay reencarnación. Prepararse es sensatez y sabiduría –como comenta la primera lectura– y no hacerlo es necedad. La lámpara encendida y con suficiente aceite de repuesto es símbolo de la vida con comunión con Dios que comienza con el bautismo, se vive en este mundo dejándonos modelar por Dios para ser como Él es y se prolonga para siempre en la eternidad. Mis acciones hasta ahora, ¿me colocan entre los sensatos o entre los necios?
Consejo de la semana: Antes de comenzar tu día pide ayuda a Dios para que puedas ser luz para todos los que Dios ponga en tu camino hoy, buscando lo mejor para ellos: perdonar al que te ofende, ceder el paso, saludar con afecto, prestar un pequeño servicio cargando algo o abriendo una puerta, consolar a alguien que esté triste, ofrecer una palabra de aliento al deprimido o desesperado, dar un buen consejo, compartir un alimento, etc. Que tus obras esta semana sean obras que iluminen.
Al celebrar hoy la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia, Madre y Maestra, nos propone el evangelio de las Bienaventuranzas. Ellas constituyen la descripción del santo, es decir, del que ama de verdad porque deja que Dios viviendo en él o en ella le permita participar del verdadero Amor. Al enunciar cada característica del que ama, Cristo lo llama “bienaventurado”, dichoso, feliz, porque así resulta en la práctica, aunque las apariencias a veces nos engañen y el mundo nos trate de convencer de que la felicidad se alcanza buscando la propia conveniencia, criterio o voluntad a costa del bien de los demás. Por experiencia sabemos que esta gran mentira sólo ha traído y trae dolor y destrucción a nuestras familias y a nuestro mundo. El verdadero amor no proviene de nosotros ni de lo que hacemos ni de lo que nos rodea, sino que debe recibirse como un don de Dios. Este don es realmente Dios mismo, que es Amor con A mayúscula, y nos llama, nos invita a vivir en comunión con Él para participar de este Amor con A mayúscula. Esta es la vocación de todo bautizado, de todo cristiano: la comunión con Dios.
Consejo de la semana: Revisa cómo estás dejando que Dios Amor se te de para que puedas ser realmente bienaventurado. En este proceso la oración es de capital importancia. ¿Qué prioridad das a tu encuentro con Él en la oración diaria apoyada en la Sagrada Escritura? ¿Cuánto tiempo le dedicas diariamente? ¿Qué proporción guarda este tiempo con el que dedicas a cosas no esenciales cada día?
En su Carta encíclica Dios es Amor (n. 18) Benedicto XVI nos dijo: «El amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús, consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más allá de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo interior de un gesto de amor, de atención, que no le hago llegar solamente a través de las organizaciones encargadas de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias políticas. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. En esto se manifiesta la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al prójimo». ¿Cómo cultivo mi ‘encuentro íntimo con Dios’ cada día?
Consejo de la semana: Ora diariamente en tu hogar. Trata de que sea cada día a la misma hora. Prepárate un lugar que sea acogedor. Enciende una vela. Abre la Biblia. Coloca un crucifijo o la imagen de Nuestro Señor. Quizás también la de la Virgen o algún santo. Adopta una postura cómoda, pero sin que haya peligro de que te duermas. Para dejar a Dios actuar en ti en la oración tienes que estar bien despierto. Dedica cada día al menos 30 minutos. Invoca al Espíritu Santo y pídele que te abras a la presencia amorosa de Dios. Será la mejor inversión de tiempo que hagas en tu vida.
La enseñanza de Jesús en el evangelio de hoy: «Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» se cita frecuentemente para decir lo que Jesús nunca dijo. Su respuesta fue: dadle al César lo que tiene su imagen, es decir, lo que le corresponde en justicia, y dadle a Dios también lo que le corresponde, es decir, lo que tiene su imagen. Puesto que toda la creación lleva la imagen de Dios –particularmente el ser humano– todo debe dársele a Dios, que es lo mismo que decir: todo debe manejarse según su voluntad. Dándole al ‘César’ lo que le corresponde en justicia estamos dando a Dios lo que es de Dios. Pero cuidado: ningún ‘César’ tiene autoridad para impedir que se le de a Dios lo que es de Dios.
Consejo de la semana: Hoy la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como el DOMUND. Además de ofrecer tu aportación económica generosa para apoyar la obra misionera de la Iglesia, te invito a realizar a lo largo de la semana al menos una de las siguientes obras: (1) llamar a un enfermo de la parroquia para interesarte por su salud y orar juntos, (2) pedir a personas enfermas que ofrezcan su dolor en unión con el de Jesús por las misiones, (3) unirte a la Hora Santa que cada jueves desde las 10 am encuentras en el canal de YouTube de la parroquia y en su cuenta de Facebook, y orar por los misioneros, (4) rezar el Rosario por los misioneros, (5) ayudar económicamente a una obra de beneficencia como Unidos Contra el Hambre o Cáritas, (6) meditar la Pasión de Jesucristo. En este tiempo de pandemia, pide al Espíritu Santo que te ilumine para servir generosamente sin descuidar el deber de caridad de protegerte y proteger a los demás.
La parábola del banquete del rey nos pone ante el futuro que Dios nos ofrece: nos invita a su mesa, que representa la comunión festiva y gozosa, íntima y eterna con Él y con su Hijo. Rechazar la invitación al banquete es rechazar la vida en comunión con Él. Para participar del banquete es necesario un vestido nupcial. En lenguaje simbólico el vestido indica el estado completo de una persona, cómo la persona aparece ante Dios. La vida nueva del discípulo que se requiere para entrar al banquete se adquiere por la escucha de la enseñanza de Jesús y el hacer la voluntad del Padre. ¿Le doy importancia y valor a la invitación que me hace Jesús? ¿Cómo es mi traje de fiesta?
Consejo de la semana: San Juan Pablo II nos dijo en su carta sobre el Rosario de 2002: “La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante. En momentos en los que la cristiandad misma estaba amenazada, se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación. Hoy deseo confiar a la eficacia de esta oración la causa de la paz en el mundo y la de la familia.” Ante la situación tan compleja de guerras y conflictos en el mundo actual, lejanos y cercanos, te invito a hacer de la recitación diaria del Santo Rosario tu arma para alcanzar la paz en el mundo y en cada familia. Cada martes a las 4 pm en nuestro canal de YouTube y en nuestra cuenta de Facebook puedes unirte al Cenáculo Mariano que se celebra en nuestra capilla y rezar el Santo Rosario dirigido por P. Javier.
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