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Queridos hermanos y hermanas:
El evangelio de esta semana nos presenta dos casos paralelos, con sus diferencias, de personas que buscan vida. La mujer con flujos de sangre había quedado legalmente marginada de la sociedad debido a las creencias del tiempo que consideraban esta hemorragia como algo impuro. La hija del jefe de la sinagoga con tan sólo doce años, gravemente enferma, muere. En ambas aparece clara la impotencia humana para alcanzar la salud, más aún la salud integral: personal, social, material y espiritual. Sólo quien es la Vida puede conceder vida y salud plena. ¿Dónde y cómo busco yo la salud integral y la vida? ¿Qué obstáculos me impiden acercarme a Jesús?
Consejo de la semana: En el relato de hoy Jesús insiste en que sólo es necesario tener fe, es decir, fiarnos de Él y dejarlo actuar en nuestra vida: que las cosas se hagan como Él quiere. La fe es un don de Dios, por eso es necesario acogerlo y cuidarlo. Antes de iniciar el mes de vacaciones por excelencia, repasa cómo estás cuidando tu fe con la oración diaria en cantidad y calidad suficiente. ¿Cómo vas a asegurar que la oración no decaiga en las vacaciones? Repasa cómo estás dejando que Dios actúe en tu vida con la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo y el rechazo tajante de todo lo que sabes que es contrario a la voluntad de Dios. Asegúrate de que en esto no hay vacaciones.
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
El evangelio de hoy se desarrolla en el mar, que en la mentalidad bíblica era considerado con temor por ser fuente de peligros. Jesús salva a sus discípulos del naufragio ante la tempestad, mostrándose más fuerte que el mal. Pero nos enseña que el “estar” con Él no nos exime de los peligros. Sólo la fe nos da la seguridad de que Jesús siempre protege con su poder a sus discípulos. En los momentos de tempestad en mi vida, ¿en qué, en quién o en quienes confío? ¿Qué me da paz? ¿Me dejo sorprender y asombrar por el poder soberano de Jesús o le exijo que actúe como yo quiero?
Consejo de la semana: Visita esta semana a algún miembro de la parroquia que viva o esté sólo. Deja que Jesús esté con él a través tuyo un buen rato, sin prisas. Si no conoces, pregúntale a P. Ángel o a Ileana López, coordinadora de la Pastoral de la salud.
La parábola de Jesús sobre la semilla nos desvela una ley de la naturaleza… y de la fe: en lo más pequeño, en lo cotidiano, en cuanto sucede tan a menudo que no llama la atención, está Dios actuando, escondido. Creer en este Dios, latente pero activo, viéndolo actuar y colaborando con Él nos da esa paz que sólo Dios produce y que el mundo no puede dar. ¿Desconfío o me desanimo frente a los problemas que parecen no tener solución sino complicarse más cada día? ¿Ya me he dado cuenta de que la solución a lo que me agobia está en dejar a Dios actuar en mi, es decir, en creer? ¿Qué voy a hacer para dejar a Dios fortalecer mi fe, para dejarme poner en la ruta de su voluntad?
Consejo de la semana: Con alguien que te manifieste estar abrumado por los problemas que tiene, o que no entiende cual es la voluntad de Dios, saca tiempo para escucharle e invitarle a orar juntos, quizás frente al sagrario, utilizando tu texto favorito de la Sagrada Escritura para estas situaciones.
En el evangelio de Marcos el pan es símbolo de la misión de Jesús de reunir y alimentar a todos los pueblos. Lo vemos claramente en las multiplicaciones de los panes que narra el evangelista. Por tanto, al alimentarnos con su pan en la Eucaristía, Jesús nos está invitando a participar en su misión. Él nos aclara bien que el pan es su cuerpo. Con ello nos invita a entregar nuestro cuerpo como él entrega el suyo al servicio de la misión, para buscar del bien de los hermanos. Nos dice también que es necesario beber del cáliz, es decir, compartir su fidelidad a la voluntad del Padre hasta la muerte. Pero nos asegura que la última palabra la tiene la Vida, simbolizada en el vino nuevo que beberá en el Reino de Dios luego de su muerte. ¿Cómo entiendo el significado de comulgar a la luz de las palabras de Cristo, que son las mismas que se repiten en la consagración en cada Misa?
Consejo de la semana: El alimento que necesitamos todos es Dios. ¿Por qué no acercar a Dios a las personas con las que entramos en contacto mediante un gesto, una palabra, un consejo, una escucha atenta de sus necesidades: todo según lo que Dios nos inspire? Considera también comentar con algún amigo lo que Dios está haciendo en tu vida.
El mandato misionero de Jesús incluye el bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19), el Dios Trinidad que debe ser anunciado y acogido en la vida de cada ser humano como comunión. El seguimiento de Jesús tiene como finalidad que la Trinidad que se nos comunica en cada sacramento desde que recibimos el Bautismo viva en nosotros con su modo de ser: en comunión. Esto supone dejarnos transformar, divinizar, para pasar de ser personas buenas que viven para sí mismas tratando de no hacer mal a los demás e incluso haciendo algunas obras buenas por el prójimo, a personas que viven al servicio del bien de los demás, es decir, personas en las que Dios que es Amor vive y actúa como actúa en la Trinidad. ¿Cómo hago presente en mi entorno la Trinidad que habita en mí? ¿Qué cambios me pide Dios para vivir en mi la comunión en la familia? ¿En la parroquia?
Consejo de la semana: Para dejar que Dios te divinice es indispensable practicar la lectura orante de la Palabra (Lectio divina) diariamente, y confesar y comulgar con frecuencia. También es indispensable abrirse generosa y desinteresadamente al servicio de los “pobres”, es decir, de aquellos con carencias en el cuerpo o en el espíritu, para que Dios pueda amarlos por nuestro medio. Te recomiendo vivamente que participes en algún ministerio parroquial como, por ejemplo: hospitalidad y acogida, lectores y monitores, Cáritas, Pastoral de la salud, grupo de jóvenes. Habla conmigo si tienes dudas o reservas.
Hoy celebramos al Amor Persona, el amor entre el Padre y el Hijo en la Trinidad. Es el Espíritu Santo el que se derrama en el hombre moviéndolo internamente para que se abra amorosamente –a la manera de Jesús– al hermano y se arroje confiadamente en los brazos del Padre, es decir, para que sea uno con Jesús. El Espíritu Santo hace posible los sacramentos, la “Lectio divina”, el que vivamos como Jesús entregados en todo a buscar el bien de los hermanos –a amar–, hace posible que la comunidad cristiana sea “un solo cuerpo y un solo espíritu” en Cristo, nos capacita para testimoniar con la vida que Dios está a nuestro servicio –que es Amor–. Acoger al Espíritu Santo en nuestra persona requiere dejarnos transformar por Él para ser sus instrumentos vivos que le permitan pensar, querer, hablar y obrar en cada uno de nosotros. ¿Qué cambiaría en mi vida si “quedara lleno” del Espíritu Santo? ¿Qué cambiaría en mis relaciones? ¿Qué cambiaría en mi uso del tiempo? ¿Qué cambiaría en mi uso del dinero?
Consejo de la semana: Te invito a repasar cómo estás dejando que el Espíritu Santo te haga “un solo cuerpo y un solo espíritu” con Cristo en la comunidad de fe que llamamos Cristo Redentor. Puedes revisar a cuántos hermanos y hermanas conoces por su nombre, conoces sus circunstancias familiares y de trabajo; por cuántos rezas y te interesas por ayudarles en sus luchas; a cuántos de los que están necesitados (con carencias espirituales, morales, físicas, económicas, etc.) has socorrido en el último mes. ¿Qué te pide hoy el Espíritu?
La ascensión del “Señor Jesús” es una imagen para expresar que Él es Dios: tanto el “subir al cielo” como el “sentarse a la derecha del Padre” esto es lo que significan. Terminada la misión de Jesús en el mundo, comienza la etapa de la misión de sus discípulos –tu y yo–, y lo que en un principio era sólo para los judíos ahora abarca todas las naciones. Pero no somos enviados por separado, individualmente, sino como comunidad de creyentes: esto es parte del anuncio. Y no vamos solos: puesto que el Señor Jesús es Dios, Él vive en la comunidad de creyentes –los que viven en su nombre– y es quien por medio de la comunidad anuncia la Buena Nueva y hace su obra. Cada uno de nosotros nos tenemos que preguntar: ¿vivo en el Señor Jesús –en su nombre?, ¿vivo en comunidad de fe?, ¿qué señales de esto veo en mi vida?
Consejo de la semana: Durante la recitación del Credo o Profesión de fe, las palabras “y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre” se pronuncian con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, en señal de respeto y agradecimiento a Dios por el increíble amor que nos mostró con el acontecimiento de la Encarnación. ¿Por qué no mostrar que somos una sola comunidad –un solo Cuerpo Místico de Cristo– siguiendo todos las indicaciones de la liturgia?
Ya la semana pasada Jesús nos había dicho que para dar fruto es necesario “permanecer” en su amor. Hoy nos explica lo que esto implica: (1) dejarse amar (=servir) por Él, (2) querer lo que él quiere (=buscar y cumplir su voluntad), y (3) dejarle a Él amar por medio de nosotros. Dejarse amar por Dios implica permitir que nos regale su visión, su sabiduría, para verle cuidándonos, sanándonos, guiándonos en cada instante. Cuando esto no se vive, acabamos mendigando ese amor a algo o a alguien que no puede dárnoslo, y que acaba por dejarnos vacíos. Vivir en la voluntad de Dios significa dejarnos guiar por la Ley de la Nueva Alianza: el Espíritu Santo. Lo tercero es la consecuencia lógica de lo anterior: el Espíritu nos lleva a ponernos al servicio del bien de los hermanos. Entonces es Dios, que es Amor, quien ama en cada uno. ¿Puedo ver estos tres componentes del “permanecer” en mi vida? ¿O sigo fracasando en mis intentos de “ser amado” y de “amar” sin Dios?
Consejo de la semana: Sin formación en la fe es imposible afrontar con coherencia los retos que nos presenta una sociedad hostil a la fe. Entre ellos el profundizar en la experiencia personal de comunión con Dios y el transmitir este estilo de vida a los hijos. Te animo a participar de las sesiones de formación en la fe para adultos que ofrece la parroquia los primeros y terceros sábados de mes de 10 a 11:30 am. Verás que cuando le das a Dios, Él siempre te regresa el ciento por uno.
Jesús nos dice en el evangelio de hoy que Él es la vid, nosotros los sarmientos y el Padre es el viñador. Los sarmientos no pueden dar fruto si no forman parte de la vid. Tampoco nosotros podemos dar fruto si no “permanecemos” en Cristo, es decir, si no vivimos en comunión con Él y nuestra vida es a la vez nuestra y de Él de modo que su obrar se manifiesta en nosotros. Por otro lado, el Padre es quien se ocupa de que la vid esté frondosa y produzca fruto abundante y de calidad. Para eso corta los sarmientos que no dan fruto y poda aquellos que dan fruto para que den más. Si hemos sido injertados en la vid por el Bautismo pero no damos fruto porque no dejamos que Dios obre en nosotros y por medio de nosotros, entonces seremos cortados de la vid. Pero si dejamos a Dios vivir y obrar en y por nosotros, entonces el Padre nos podará para hacernos cada vez más semejantes a su Hijo. Esto, sin duda, es doloroso, pero es la única manera de que demos fruto abundante. ¿Soy un sarmiento seco o viviente? ¿Me dejo podar para dar más fruto o me aferro celosamente a mi zona de confort?
Consejo de la semana: Repasa como vives los medios que te permiten sostener la unión vital con Jesús, ser sarmiento vivo que da fruto: la oración y la Lectio divina diaria, el rezo diario del Rosario, la Eucaristía con comunión semanal, la adoración eucarística semanal, la confesión mensual, el estudio de la fe, el servicio generoso y desinteresado a quien no te puede corresponder, sobre todo a los necesitados en nuestra comunidad de fe. ¿Qué necesitas ajustar?
Jesús se nos revela como el Buen Pastor. Un pastor que hace lo que ningún pastor, por bueno y responsable que sea, está dispuesto a hacer: “Yo doy mi vida por las ovejas”. Cinco veces en el pasaje de hoy se dice que Jesús da la vida por las ovejas, es decir, que ama a las ovejas más que a su propia vida. ¿Puedo atestiguar que Jesús me ama más que a su propia vida? También se nos dice que el Buen Pastor conoce a sus ovejas y las suyas le conocen. El modelo del conocimiento que se da entre las ovejas del rebaño de Jesús y el Buen Pastor es como el conocimiento que se da entre Jesús y su Padre. ¿Es mi conocimiento, como oveja del Buen Pastor, fruto de la comunión de vida con Jesús Buen Pastor? ¿Conozco sus preferencias, estilos, enfoques? ¿Confiesa mi modo de vivir que conozco al Buen Pastor?
Consejo de la semana: Celebramos este domingo la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. Te invito a leer y meditar el mensaje del Santo Padre que publicamos en el boletín de hoy. Haz el propósito de incluir diariamente en tu oración una intención pidiendo por las vocaciones. ¿A quién le aconsejarías que considerara si el Buen Pastor lo está llamando al sacerdocio ministerial o a la vida consagrada? ¿Qué te está pidiendo Dios que hagas para promover la respuesta vocacional en tantos jóvenes que hoy están siendo llamados?
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