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Queridos hermanos y hermanas:
Jesús nos dice en el evangelio de hoy que Él es la vid, nosotros los sarmientos y el Padre es el viñador. Los sarmientos no pueden dar fruto si no forman parte de la vid. Tampoco nosotros podemos dar fruto si no “permanecemos” en Cristo, es decir, si no vivimos en comunión con Él y nuestra vida es a la vez nuestra y de Él de modo que su obrar se manifiesta en nosotros. Por otro lado, el Padre es quien se ocupa de que la vid esté frondosa y produzca fruto abundante y de calidad. Para eso corta los sarmientos que no dan fruto y poda aquellos que dan fruto para que den más. Si hemos sido injertados en la vid por el Bautismo pero no damos fruto porque no dejamos que Dios obre en nosotros y por medio de nosotros, entonces seremos cortados de la vid. Pero si dejamos a Dios vivir y obrar en y por nosotros, entonces el Padre nos podará para hacernos cada vez más semejantes a su Hijo. Esto, sin duda, es doloroso, pero es la única manera de que demos fruto abundante. ¿Soy un sarmiento seco o viviente? ¿Me dejo podar para dar más fruto o me aferro celosamente a mi zona de confort?
Consejo de la semana: Repasa como vives los medios que te permiten sostener la unión vital con Jesús, ser sarmiento vivo que da fruto: la oración y la Lectio divina diaria, el rezo diario del Rosario, la Eucaristía con comunión semanal, la adoración eucarística semanal, la confesión mensual, el estudio de la fe, el servicio generoso y desinteresado a quien no te puede corresponder, sobre todo a los necesitados en nuestra comunidad de fe. ¿Qué necesitas ajustar?
Gracias por ser parte de nuestra familia de fe. Dios te bendiga abundantemente.
P. Ángel
Jesús se nos revela como el Buen Pastor. Un pastor que hace lo que ningún pastor, por bueno y responsable que sea, está dispuesto a hacer: “Yo doy mi vida por las ovejas”. Cinco veces en el pasaje de hoy se dice que Jesús da la vida por las ovejas, es decir, que ama a las ovejas más que a su propia vida. ¿Puedo atestiguar que Jesús me ama más que a su propia vida? También se nos dice que el Buen Pastor conoce a sus ovejas y las suyas le conocen. El modelo del conocimiento que se da entre las ovejas del rebaño de Jesús y el Buen Pastor es como el conocimiento que se da entre Jesús y su Padre. ¿Es mi conocimiento, como oveja del Buen Pastor, fruto de la comunión de vida con Jesús Buen Pastor? ¿Conozco sus preferencias, estilos, enfoques? ¿Confiesa mi modo de vivir que conozco al Buen Pastor?
Consejo de la semana: Celebramos este domingo la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. Te invito a leer y meditar el mensaje del Santo Padre que encuentras fácilmente buscando en Internet. Haz el propósito de incluir diariamente en tu oración una intención pidiendo por las vocaciones, sobre todo en nuestra Arquidiócesis. ¿A quién le aconsejarías que considerara si el Buen Pastor lo está llamando al sacerdocio ministerial o a la vida consagrada? ¿Qué te está pidiendo Dios que hagas para promover la respuesta vocacional en tantos jóvenes que hoy están siendo llamados?
Cristo al presentarse resucitado a sus discípulos «les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,45). Cristo ilumina las Escrituras para que se puedan entender correctamente, y a su vez, las Escrituras iluminan el sentido de la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo. En la misma escena, para que superaran su sorpresa y sus dudas, se deja palpar y come con los discípulos. Finalmente, los envía como testigos de la resurrección. ¿Cómo venzo yo mis dudas y perplejidades? ¿Dónde palpo a Jesús y como con Él? ¿Cómo dejo que me abra el entendimiento para comprender las Escrituras?
Consejo de la semana: Te invito a practicar diariamente por espacio de al menos 30 minutos la Lectio divina con las lecturas que la Iglesia ha escogido para la Misa del día. Puedes comprar un misal con las lecturas y un breve comentario en una librería católica y complementar con las notas a pie de página en tu Biblia. Hay también libros que tienen la Lectio diaria con sus pasos. O puedes descargar un App como iBreviary o Laudate en tu celular para tener las lecturas diarias. En Facebook puedes seguir a “Aleteia.org”, “Catholic.net” y “Lectio divina Pan de cada día”, entre otros, que publican diariamente la Lectio. También te invito a usar los podcasts de “rezandovoy.org”. En nuestra página pacrired.org puedes crear tu cuenta gratuita y bajo Miembros/Formación/Lectio divina encuentras material adicional. Considera participar de la sesión semanal de Lectio divina comunitaria que hacemos cada martes a las 7 pm en la Capilla.
En el evangelio de hoy Jesús dice a sus discípulos: “A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados” (20,23) y los envía con plena autoridad para perdonar pecados. El perdón de los pecados es acción del Espíritu, porque ser perdonado es dejarse crear por Dios. Es así como en la Pascua se realizan plenamente las palabras que Juan Bautista dijo acerca de Jesús: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (1,29). Quien acoge a Jesús resucitado, experimenta su salvación, sus pecados son perdonados y entra en la comunión con Dios, lo cual le permite superar sus contradicciones y limitaciones, abriéndose a la vida en comunión con Dios y los hermanos, abriéndose a la santidad que Dios le comunica. ¿He tenido experiencia personal de que Jesús Resucitado es el Cordero de Dios que quita el pecado de mi vida, perdonando mis pecados y superando mis contradicciones y limitaciones?
Consejo de la semana: La Iglesia celebra hoy el Domingo de la Divina Misericordia. Acércate al sacramento de la Reconciliación bien preparado y experimenta lo que es verdadera misericordia. Pide a Cristo que te ayude a abandonarte y dejarte dirigir por Él (a creer en verdad en Él). Reza la Coronilla a la Divina Misericordia y repite: “Jesús, en Ti confío”. Deja que Él en ti sea misericordioso con los demás. Háblale a alguien que no conoce a Dios de la Divina Misericordia.
“Es propio del misterio de Dios actuar de manera discreta. Sólo poco a poco va construyendo su historia en la gran historia de la humanidad. Se hace hombre, pero de tal modo que puede ser ignorado por sus contemporáneos, por las fuerzas de renombre en la historia. Padece y muere y, como Resucitado, quiere llegar a la humanidad solamente mediante la fe de los suyos, a los que se manifiesta. No cesa de llamar con suavidad a las puertas de nuestro corazón y, si le abrimos, nos hace lentamente capaces de «ver». […] Si escuchamos a los testigos con el corazón atento y nos abrimos a los signos con los que el Señor da siempre fe de ellos y de sí mismo, entonces lo sabemos: Él ha resucitado verdaderamente. Él es el Viviente. A Él nos encomendamos en la seguridad de estar en la senda justa. Con Tomás, metemos nuestra mano en el costado traspasado de Jesús y confesamos: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28)” (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret-Segunda parte). ¿Con qué signos externos concretos voy a celebrar la Resurrección de Jesús en mi casa y en mi comunidad?
Consejo de la semana: En este gran día de la Pascua te invito a hacer examen: ¿qué primeros frutos puedo recoger hoy del camino preparatorio de la Cuaresma, de esta Semana Santa y del Triduo Pascual que hoy culmina?, ¿qué ha cambiado en tu relación con Dios? ¿con los hermanos?
Con el relato de la Pasión, la pregunta sobre la verdadera identidad de Jesús –“¿Quién es éste?”–, que fue el hilo conductor de todo el Evangelio de san Marcos, comienza a tener finalmente una respuesta definitiva: la Cruz dirá, verdaderamente, quién es Él. Ahora sí es posible reconocer Quién es Jesús, ahora es posible la fe: el fiarse de Jesús como para dejar que su voluntad se haga en mí sin reservas. Será el centurión romano el primero en reconocer que el Crucificado es el Hijo de Dios. A las puertas de la Semana Santa, ¿puedo yo, como él, confesar mi fe no sólo de palabra sino con mi vida?
Consejo de la semana: El Papa Francisco nos dijo en el Mensaje para la Cuaresma 2015: «La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el Cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás». Te invito a meditar hasta qué punto has seguido el consejo del Papa esta Cuaresma. Cada uno debe preguntarse además: ¿Qué signos concretos de indiferencia hacia el prójimo he detectado en mí? ¿Qué signos concretos de acogida y servicio he cultivado esta Cuaresma? ¿Quiero dejar que Cristo sirva a los demás a través mío?
Como vimos el domingo pasado, Cristo elevado sobre la tierra será el signo que atraerá a todos hacia sí con gran fuerza. Es “la hora” de Cristo, en la que el Príncipe de este mundo (Satanás) va a ser echado fuera y el mundo (lo que se opone a Dios) va a ser juzgado, es decir, condenado mediante la puesta en evidencia de su rechazo a la salvación que Dios ofrece en su Hijo crucificado (cfr. Jn 12,31). Creer en el signo del Crucificado implica negarse a sí mismo para dejar que la voluntad de Dios se cumpla en y por medio de cada uno de nosotros y así tener vida eterna (la vida de Dios). Esto es lo que Jesús quiere decir en el texto de hoy con la expresión “el que quiera servirme, que me siga” (Jn 12,26). ¿Qué tengo que “negar” en mí para “servir” a Jesús y así tener vida eterna?
Consejo de la semana: El Papa Francisco nos dijo en el Mensaje para la Cuaresma 2015: «Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. […] Quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón […] De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia». Te invito a seguir el consejo del Papa para lograr esto: (1) orar, (2) ayudar a los hermanos con gestos concretos de caridad, (3) ver en el sufrimiento del prójimo una llamada a la conversión que nos recuerda nuestra dependencia de Dios y de los hermanos. ¿Cómo vas progresando en ello esta Cuaresma?
Cuando nos buscamos a nosotros mismos (nuestra voluntad, nuestro interés, nuestro bien) –aún sin pretender hacerle daño a los demás– le estamos haciendo mal al prójimo y nos lo hacemos a nosotros mismos. Quien se busca a sí mismo se cierra a Dios y a la luminosa revelación de su amor. Le falta el real vínculo con Dios capaz de determinar continuamente su vida: la voluntad de Dios. Fuera de ella no podremos experimentar su amor. El Hijo de Dios hecho hombre es la prueba tangible de que Dios nos ha amado primero. Pero es indispensable creer, es decir, confiar en Jesús viviendo en su voluntad, para experimentar el amor de Dios. ¿Tengo claro que “creer” (confiar en Dios y obedecerle) es en realidad dejarme amar por Él, dejar que su amor, manifestado en su Hijo entregado hasta la muerte en Cruz, me alcance?
Consejo de la semana: «La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.» (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015). Te invito a meditar sobre lo que has recibido de Dios para tu prójimo. ¿Cómo va tu tarea de compartirlo esta Cuaresma? ¿Has experimentado también que lo que tu prójimo posee es un don para la Iglesia, la humanidad y para ti? ¿Qué cambios en tu vida harían posible esta experiencia?
En el evangelio de hoy Jesús se identifica claramente como el Hijo del Padre Dios, pero también como el “lugar” definitivo de la presencia de Dios en medio de su pueblo: Él es el templo de la Nueva Alianza. Los discípulos son capaces de entender esto sólo a la luz de la Resurrección, de las palabras de Jesús y de la Sagrada Escritura. ¿Conozco de primera mano que Jesús es el “lugar” definitivo de la presencia y de los cuidados del amor de Dios por sus criaturas? ¿Qué consecuencias se siguen de que yo forme parte del Cuerpo Místico de Cristo, que es el nuevo templo donde reside Dios?
Consejo de la semana: «En la vida de las parroquias y comunidades […] ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31)» (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015). Revisa lo que has compartido con los débiles, pobres y pequeños en lo que va de esta Cuaresma.
Esta semana el pasaje evangélico da respuesta a la pregunta planteada por los discípulos en el lago: “¿Quién es éste?” (4,41). Es el mismo Dios Padre quien revela a Jesús e indica la actitud fundamental del discipulado: la escucha del Maestro. Aquí también se nos dice con qué autoridad Jesús ha pronunciado su enseñanza anterior sobre su Cruz y la del discípulo. En pocas palabras, en las enseñanzas de Jesús quien habla es el Hijo de Dios. Para entender esto, los discípulos necesitaron de tiempo y de silencio. Necesitaron recorrer el camino que conduce hasta la Cruz. Sólo el discípulo que escucha y comprende este misterio, podrá ser misionero de la vida en el día pascual. ¿Cómo está mi trato cotidiano a solas, en el silencio, con el Maestro? ¿Cómo dejo que el Transfigurado me transforme? ¿Veo algún signo de transfiguración en mi vida?
Consejo de la semana: Hoy separa 15 minutos de tu oración para presentarle al Señor lo que te inquieta o no entiendes o te hace sufrir. Luego haz silencio por al menos 5 minutos. Sería mejor si pudieras hacer esto frente a Jesús Eucaristía y si pudieras repetirlo durante esta semana otra vez.
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